DUELO

¿Qué es el duelo?

El duelo es el proceso psicológico al que nos enfrentamos tras las pérdidas, algo que todos, tarde o temprano, viviremos a lo largo de la vida.

Por definición, la pérdida de cualquier objeto de apego provoca un duelo, si bien la intensidad y las características de éste pueden variar en gran medida en función del grado de vinculación emocional con el objeto, de la propia naturaleza de la pérdida y de la forma de ser y la historia previa de cada persona.

Aunque el duelo se asocia inmediatamente a la muerte, las pérdidas pueden ser muy diversas: rupturas de pareja, cambios de domicilio, cambios de estatus profesional, procesos de enfermedad o de merma funcional, entre otros.

Las fases del duelo
La psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross identifica cinco estadios que tienen lugar, en mayor o menor grado, siempre que sufrimos una pérdida. Aunque pueden darse sucesivamente, no siempre tiene por qué ser así. Cada proceso, como cada persona, es único.

1. Negación
La negación es una reacción que se produce de forma muy habitual inmediatamente después de una pérdida. No es infrecuente que, cuando experimentamos una pérdida súbita, tengamos una sensación de irrealidad o de incredulidad que puede verse acompañada de una congelación de las emociones. Se puede manifestar con expresiones tales como: “aún no me creo que sea verdad”, “es como si estuviera viviendo una pesadilla” e incluso con actitudes de aparente “entereza emocional” o de actuar “como si no hubiera pasado nada”.

La negación puede ser más sutil y presentarse de un modo difuso o abstracto, restando importancia a la gravedad de la pérdida o no asumiendo que sea irreversible, cuando en muchos casos lo es.

2. Ira
A menudo, el primer contacto con las emociones tras la negación puede ser en forma de ira. Se activan sentimientos de frustración y de impotencia que pueden acabar en atribuir la responsabilidad de una pérdida irremediable a un tercero. En casos extremos, las personas no pueden ir elaborando el duelo porque quedan atrapadas en una reclamación continua que les impide despedirse adecuadamente del objeto amado.

3. Negociación
En la fase de negociación, se comienza a contactar con la realidad de la pérdida al tiempo que se empiezan a explorar qué cosas hacer para revertir la situación. Por ejemplo, cuando a alguien se le diagnostica una enfermedad terminal y comienza a explorar opciones de tratamiento pese a haber sido informado de que no hay cura posible, o quien cree que podrá recuperar una relación de pareja ya definitivamente rota si empieza a comportarse de otra manera.

4. Depresión
A medida que avanza el proceso de duelo y se va asumiendo la realidad de la pérdida, se comienza a contactar con lo que implica emocionalmente la ausencia, lo que se manifiesta de diversos modos: pena, nostalgia, tendencia al aislamiento social y pérdida de interés por lo cotidiano. Aunque se denomina a esta fase “depresión”, sería más correcto denominarla “pena” o “tristeza”, perdiendo así la connotación de que se trata de algo patológico. De algún modo, sólo doliéndonos de la pérdida puede empezar el camino para seguir viviendo a pesar de ella.

5. Aceptación
Supone la llegada de un estado de calma asociado a la comprensión, no sólo racional sino también emocional, de que la muerte y otras pérdidas son fenómenos inherentes a la vida humana. Se podría aplicar la metáfora de una herida que acaba cicatrizando, lo que no implica dejar de recordar sino poder seguir viviendo con ello.

Aunque el duelo es un proceso personal, también es importante su vertiente social. Todas las culturas han ido desarrollando formas de canalizar ese dolor a través de los lazos comunitarios (compartir el dolor con los otros) y con elaboraciones simbólicas que a menudo dan un sentido trascendente a la pérdida.

Cuándo pedir ayuda especializada
El duelo es parte de la vida y, por tanto, es importante no patologizarlo. No obstante, a veces puede acabar complicándose, de manera que la persona queda atrapada en ese dolor que le impide seguir adelante. Puede ocurrir de muchas formas: a) cuadros depresivos intensos o cronificados; b) conductas de huida de las emociones que el duelo genera a través del uso de alcohol u otras drogas; c) reaparición en una pérdida presente de emociones y sentimientos de un duelo no resuelto en el pasado, y d) presencia de fantasías de reunirse con el ser querido buscando la muerte de forma pasiva o activa.

Cuando el duelo se complica, es importante pedir ayuda al entorno y, si es preciso, recabar la ayuda de los profesionales de salud mental.


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Autolesiones en adultos:

 ¿Por qué suceden y cómo afrontarlas?
¿Por qué algunos adultos pueden recurrir a las autolesiones? ¿Qué puede causar este comportamiento en las personas adultas? Descubre cómo identificarlo y qué podemos hacer ante ello.
Cuando se habla de autolesiones, es muy común pensar que este problema suele afectar a los adolescentes. Aun así, este problema es también muy común en los adultos. Las autolesiones en adultos suelen implicar cortarse o quemarse la piel, o golpearse en una parte del cuerpo. En la mayoría de los casos que las autolesiones suceden en adultos, este comportamiento es una forma en el que las personas intentan lidiar con el estrés o la ansiedad. Entonces, ¿cómo se puede detectar este problema y qué hacer para afrontarlo?
Autolesiones en adultos
Las autolesiones en adultos suele ser un signo de que se puede estar afrontando un trastorno psicológico como la depresión, el trastorno bipolar o un trastorno límite de la personalidad. Hay que tener en cuenta que en muchos casos, las autolesiones en los adultos no se reportan debido a la vergüenza y la culpa que tienden a asociarse con ese comportamiento. Además, es posible que las personas oculten las autolesiones e incluso no busquen ayuda. Si este problema no se trata puede derivar en consecuencias peligrosas para las personas. Aunque se tiende a asociar las automutilaciones con tendencias suicidas, en algunos casos estas heridas pueden suponer un peligro para la salud.
¿Por qué sucede la autolesión en adultos?
Existen muchos motivos por los que un adulto puede autolesionarse. Entre los más comunes, se encuentran los siguientes:
Trastorno límite de la personalidad: Las personas que padecen este trastorno pueden autolesionarse para poder mantener a sus seres queridos preocupados y conectados con ellos.
Trauma: De la misma forma que pasa con los adolescentes, las autolesiones en adultos también pueden ser como resultado de haber padecido un trauma grave como puede ser el abuso sexual o el abandono infantil.
Para afrontar emociones dolorosas: Las autolesiones también pueden ser una manera de afrontar emociones dolorosas que se están afrontando. También puede ser una liberación del dolor emocional asociada con factores estresantes.
Psicosis: La autolesión en adultos también puede deberse a que se están experimentando síntomas de psicosis que interrumpen de manera abrupta en la vida de las personas que lo padecen.
Estrés y/o anisedad: En algunos casos, el estrés y la ansiedad pueden estar relacionados con las conductas autolesivas, sobre todo cuando se padecen en exceso.
A pesar de que estas pueden ser algunas de las causas más comunes que pueden implicar las autolesiones, debemos tener en cuenta que no existe una causa aislada que pueda comportar este comportamiento.
¿Cuáles son los síntomas de las autolesiones?
Los adultos que participan en conductas autodestructivas a menudo hacen todo lo posible para intentar ocultarlos. Debido a esto, es posible que las autolesiones no sean evidentes para los seres queridos o amigos cercanos. Aun así, algunos de los síntomas que podrían indicar que una persona se autolesiona son los siguientes:
Justificar las lesiones como accidentes
Disminución del interés en cosas que antes se disfrutaban
Aislamiento social
Usar ropa inadecuada para ocultar las lesiones
Síntomas físicos que pueden darse en forma de quemaduras, arañazos, moratones o cortes.
Tener poco control de los impulsos o pensamientos intrusivos que generan las autolesiones
Sentimientos de inutilidad, así como otros pensamientos relacionados con una mala percepción personal o con baja autoestima
Estos son algunos de los síntomas más comunes que pueden padecer las personas adultas que se autolesionan. Ante estas señales, es importante acudir a un psicólogo profesional para afrontar el problema de raíz.
¿Cuáles son los efectos de las autolesiones?
¿Cuáles son los efectos de las autolesiones?
Cuando las autolesiones se vuelven una actitud común en la vida de las personas, esto puede acabar provocando algunos efectos muy negativos no solo a nivel físico sino también social y psicológico. Algunos de los efectos que puede tener las autolesiones en los adultos son los siguientes:
Riesgos para la salud física
Retraimiento o aislamiento social
Empeoramiento de los síntomas de una condición de salud mental
Pensamientos intrusivos sobre las autolesiones
Mayor riesgo de abusar de drogas y/o alcohol
Aumento de los conflictos con los seres queridos más cercanos
¿Cuál es el tratamiento para las autolesiones en los adultos?
En el caso de los adultos, las conductas de autolesión pueden estar muy arraigadas a un problema en concreto, por lo que puede resultar difícil encontrar cómo afrontarlas. Es decir, en muchos casos, se puede usar una conducta como la autolesión para lidiar con dificultades, estrés o emociones negativas. Es por este motivo que el deseo de cambiar este comportamiento debe provenir del paciente en sí y no como una demanda por parte de seres queridos o familiares.
Con la ayuda de un profesional de la salud mental las personas podrán identificar todos los factores desencadenantes de las autolesiones y establecer nuevas estrategias para afrontar estas situaciones o emociones.
Otros tratamientos para las autolesiones en adultos pueden incluir fármacos, sobre todo cuando este comportamiento está relacionado con un trastorno como la psicosis. La terapia de grupo también puede ser una buena alternativa para conseguir herramientas que permitan actuar de manera diferente en respuesta a las diferentes dificultades en los que puedes encontrar en tu día a día.
La autolesión en adultos es un problema que se debe afrontar de inmediato ya que se trata de una señal de que pueden estar enfrentando una situación que les está sobrepasando. Por lo que, ante estos síntomas, es fundamental que busques ayuda de inmediato.

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Tept : trastorno de estrés postraumático, suicidio.

El trastorno de estrés postraumático es una enfermedad de salud mental desencadenada por una situación aterradora, ya sea que la hayas experimentado o presenciado. Los síntomas pueden incluir reviviscencias, pesadillas y angustia grave, así como pensamientos incontrolables sobre la situación.
Muchas personas que pasan por situaciones traumáticas quizás tengan dificultad temporaria para adaptarse y afrontarlas, pero con el tiempo y el autocuidado generalmente mejoran. Si los síntomas empeoran, duran meses e incluso años, e interfieren con tus actividades diarias, es posible que tengas trastorno de estrés postraumático.
Obtener un tratamiento efectivo después de que se manifiesten los síntomas de trastorno de estrés postraumático puede ser esencial para reducir los síntomas y mejorar el funcionamiento.
Síntomas
Los síntomas del trastorno por estrés postraumático pueden comenzar dentro del mes de un hecho traumático, pero a veces pueden no aparecer hasta años después. Estos síntomas ocasionan problemas considerables en situaciones sociales o laborales y en las relaciones. También pueden interferir en tu capacidad de hacer las tareas diarias habituales.
Los síntomas del trastorno por estrés postraumático por lo general se agrupan en cuatro tipos: recuerdos intrusivos, evasión, cambios negativos en el pensamiento y en los estados de ánimo, y cambios en las reacciones físicas y emocionales. Los síntomas pueden variar con el paso del tiempo o según la persona.
Recuerdos intrusivos
Los síntomas de los recuerdos intrusivos pueden ser los siguientes:
Recuerdos recurrentes, involuntarios y angustiantes del hecho traumático
Revivir el hecho traumático como si estuviera sucediendo otra vez (recuerdos recurrentes)
Sueños perturbadores o pesadillas acerca del hecho traumático
Sufrimiento emocional grave o reacciones físicas a algo que te recuerde el hecho traumático.
Evasión
Los síntomas de la evasión pueden ser los siguientes:
Tratar de evitar pensar o hablar acerca del hecho traumático
Evitar lugares, actividades o personas que te recuerden el hecho traumático
Cambios negativos en el pensamiento y en los estados de ánimo
Los síntomas de los cambios negativos en el pensamiento y en el estado de ánimo pueden ser los siguientes:
Pensamientos negativos sobre ti mismo, otras personas o el mundo en general
Desesperanza acerca del futuro
Problemas de memoria, incluso no recordar aspectos importantes del hecho traumático
Dificultad para mantener relaciones cercanas
Sentirte distanciado de tus familiares y de tus amigos
Falta de interés en las actividades que antes te gustaban
Dificultad para sentir emociones positivas
Sentirte emocionalmente insensible.
Cambios en reacciones físicas y emocionales
Los síntomas de los cambios en las reacciones físicas y emocionales (también llamados síntomas de excitación) pueden ser los siguientes:
Asombrarte o asustarte fácilmente
Estar siempre alerta al peligro
Conducta autodestructiva, como por ejemplo beber en exceso o conducir demasiado rápido
Problemas para dormir
Dificultad para concentrarse
Irritabilidad, arrebatos de ira o conducta agresiva
Sentimientos abrumadores de culpa o vergüenza.
En los niños de 6 años y menores, los signos y síntomas también pueden incluir los siguientes:
Recrear el hecho traumático o aspectos de este a través del juego
Sueños aterradores que podrían o no incluir aspectos del hecho traumático
Intensidad de los síntomas
Con el tiempo, los síntomas del trastorno por estrés postraumático pueden variar en intensidad. Puedes tener más síntomas de trastorno por estrés postraumático cuando estás estresado en general o cuando recuerdas lo que atravesaste. Por ejemplo, puedes escuchar el pistoneo del motor de un auto y revivir experiencias de combate. También puedes ver un informe en las noticias acerca de una agresión sexual y sentirte abrumado por los recuerdos de tu propia agresión.
Cuándo debes consultar a un profesional:
Si tienes pensamientos y sentimientos perturbadores acerca de un hecho traumático durante más de un mes, si son graves, o si sientes que tienes problemas para retomar el control de tu vida, habla con un profesional de salud mental. Consigue un tratamiento cuanto antes para evitar que los síntomas del trastorno por estrés postraumático empeoren.
Causas
Puedes presentar trastorno de estrés postraumático cuando sufres, ves o te enteras de un acontecimiento que implique la realidad o la amenaza de muerte, lesiones graves o violación sexual.
Los médicos no están seguros de la razón por la que algunas personas presentan el trastorno de estrés postraumático. Al igual que con muchos problemas de salud mental, el trastorno de estrés postraumático probablemente sea causado por una combinación compleja de:
Experiencias estresantes, entre ellas la cantidad y gravedad de los traumas que hayas atravesado en tu vida
Riesgos de problemas mentales hereditarios, tales como un riesgo elevado de sufrir ansiedad y depresión
Características hereditarias de la personalidad —a menudo denominada temperamento
La forma en la que el cerebro regula las sustancias químicas y las hormonas que el organismo libera en respuesta al estrés.
Factores de riesgo
El trastorno de estrés postraumático puede afectar a personas de todas las edades. Sin embargo, algunos factores pueden aumentar la probabilidad de padecer este trastorno, como por ejemplo:
Pasar por un trauma intenso o duradero
Haber pasado por otro trauma en etapas previas de la vida, como maltrato infantil
Tener un trabajo que aumente el riesgo de exposición a situaciones traumáticas, por ejemplo personal militar o de servicio de primeros auxilios
Tener otros problemas de salud mental, como depresión o ansiedad
Tener problemas con consumo de sustancias, como beber alcohol en exceso o tomar drogas
Carecer de un buen sistema de apoyo de familiares y amigos
Tener familiares cercanos con problemas de salud mental, como ansiedad o depresión.
Tipos de situaciones traumáticas
Las más frecuentes que provocan la aparición del trastorno de estrés postraumático son:
Exposición al combate
Maltrato físico durante la infancia
Violencia sexual
Agresión física
Ser amenazado con un arma
Un accidente
Muchas otras situaciones traumáticas también pueden provocar trastorno de estrés postraumático, como incendios, desastres naturales, asaltos, robos, accidentes aéreos, torturas, secuestros, diagnósticos médicos con riesgo de vida, ataques terroristas y otras situaciones extremas o probablemente mortales.
Complicaciones
El trastorno por estrés postraumático puede alterar tu vida entera: tu trabajo, tus relaciones interpersonales, tu salud y tu satisfacción con las actividades cotidianas.
Tener trastorno de estrés postraumático también aumenta el riesgo de sufrir otros problemas de salud mental, como los siguientes:
Depresión y ansiedad.
Problemas con el consumo de drogas y alcohol.
Trastornos de la alimentación.
Pensamientos y acciones suicidas.
Prevención
Tras sobrevivir un acontecimiento traumático, muchas personas al principio pasan por síntomas similares a los del trastorno de estrés postraumático, como el no poder dejar de pensar en lo que sucedió. El temor, la ansiedad, el enfado, la depresión y la culpa, son todas reacciones frecuentes al trauma. No obstante, la mayoría de las personas que sufren un trauma no contraen a largo plazo el trastorno de estrés postraumático.
Obtener ayuda y apoyo a tiempo podría evitar que las reacciones normales al estrés empeoren y padezcas trastorno de estrés postraumático. Esto podría implicar que recurras a tu familia y amigos, quienes te escucharán y reconfortarán. Podría suponer que debas buscar un profesional de salud mental y asistir a sesiones de terapia por un corto tiempo. Algunas personas probablemente encuentren útil acudir a su comunidad religiosa.
El apoyo de otros también podría ayudarte a evitar que recurras a métodos de afrontamiento no saludables, como el uso indebido de alcohol o drogas.



Gaslighting



Gaslighting: qué es y por qué es tan peligroso este abuso psicológico
Conoce lo que hace una persona con este trastorno
El gaslighting es un tipo de abuso emocional en el que el agresor trata de confundir a la víctima haciendo que cuestione la validez de sus propios pensamientos, la realidad o los recuerdos. Las víctimas suelen sentirse confundidas y ansiosas y pierden la confianza en sí mismas.
Suele darse en diferentes escenarios (laboral, familiar, amistoso...), pero, es frecuente en las relaciones de pareja abusivas o tóxicas. Y muy importante, no confundir con el Ghosting.
Síntoma de que sufres este abuso emocional:
• Cuando sufrimos este tipo de manipulación emocional o abuso psicológico, nuestra señal de alerta es nuestro malestar emocional. Nos sentimos heridos, estamos sufriendo realmente. Quizá sentimos ansiedad o angustia psicológica. Este dolor emocional podemos identificarlo si se parece a esto:
• Confusión emocional, incluso sensación de estar perdiendo la cordura
• Pensamientos de que somos demasiado sensibles o emocionales
• Dudas sobre si las cosas sucedieron como las recordamos, incluso teniendo pruebas físicas de ello que nos apoyan
• Sentimiento de responsabilidad o culpa por sentir dolor emocional, como si fuéramos nosotros/as quienes no estamos haciendo las cosas bien por sentirnos mal
• Búsqueda de explicaciones racionales ante las conductas dañinas (que nos duelen) de la otra persona para justificarlas (empatía excesiva tras manipulación)
• Intentos de reparar algo que no hemos roto nosotros/as y mayor indiferencia por la otra parte, lo cual genera mayor sufrimiento emocional
• Sensación de tener que estar demostrando continua y excesivamente que lo que decimos que ha ocurrido y que nos duele es cierto, a pesar de que las pruebas están ahí
• Sentimientos de impotencia al saber que algo no está bien, porque no nos sentimos bien en la relación, pero no poder señalarlo porque hablarlo con esa otra persona nos deja aún más dolidas/os
• Sensación de ser demasiado pesados/as por sacar el tema, un tema que realmente nunca ha sido resuelto de verdad por ambas partes y por eso sigue presente, doliendo.
• La persona que sufre este tipo de manipulación, por tanto, se siente confundida constantemente, con la sensación de estar volviéndose loca. Duda con frecuencia de sí misma, preguntándose si es demasiado intensa, emocional o sensible, y si realmente sucedieron las cosas como las recuerda o no.
• Además,la víctima cae en la justificación de los actos de quien abusa, y en la invalidación del propio dolor emocional. Es una sensación sumamente desagradable y dolorosa para quien la vive. De hecho, puede derivar en síntomas de ansiedad y desrealización o empeorarlos si los hubiera anteriormente.
Efectos del gaslighting
Estos son los principales efectos psicológicos del gaslighting a medio y largo plazo, y que llevan a la víctima a asumir que carece de criterio para tomar decisiones por sí misma.
1. Dudas sobre la capacidad para recordar bien El gaslighting hace que la víctima dude sobre el funcionamiento de su memoria, dado que la persona manipuladora la convence de que recuerda cosas que no ocurrieron y de que no recuerda cosas que tampoco han tenido lugar pero dejan en mejor lugar a quien está intentando manipular al otro.
2. Dudas sobre el propio raciocinioEsto lleva a la víctima a no confiar en su capacidad para razonar y tomar decisiones, por lo que busca ayuda en el criterio de los demás, y sobre todo en la persona manipuladora, que le hace ver sus supuestos errores. Por ello, la víctima de este tipo de manipulación psicológica asume que no solo no sabe interpretar bien lo que ve u oye, sino que además no es capaz de sacar conclusiones acertadas a partir de premisas.
3. Dudas relacionadas con la propia salud mental En los casos extremos, la víctima asume que tiene un trastorno psicológico que explicaría sus reacciones emocionales poco adecuadas, o sus maneras de pensar alejadas de la realidad. Esto hace que, de manera sistemática, la víctima de gaslighting desconfíe de sí misma y confíe más en la otra persona, incluso como una reacción de miedo a quedarse solo/a bajo la influencia de la psicopatología.
4. Bajada del nivel de autoestima Todo lo anterior se plasma en un bajo nivel de autoestima en general. Es decir, la persona deja de centrarse en los supuestos defectos específicos que quien la está manipulando ha criticado, y da por sentado que, en general, "no sirve para nada". El malestar que siente al pensar en su "Yo" hace que tienda al pesimismo al prever hasta qué punto será capaz de lograr cualquier cosa que se proponga, ya que en muchos casos, las emociones van por delante de la razón.

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¿Qué es el love bombing?




El love bombing es una forma de manipulación emocional que se caracteriza por excesivas muestras de afecto, regalos y atención al principio de una relación como medio para ganar control sobre la otra persona.
Los bombarderos del amor suelen tener un historial de relaciones rotas y sienten la necesidad de tener un control constante sobre la relación actual.

¿Amor real o love bombing?
¿Cómo es un bombardero del amor?

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Arkansas descubrió que el love bombing es especialmente común entre personas con baja autoestima.


“Cuando la autoestima de un individuo es alta, no hay necesidad de buscar afirmación en otro individuo”, explicaron los investigadores. “Por el contrario, cuando la autoestima de un individuo es baja, es probable que se convierta en un ‘bombardero de amor’ para aumentar la sensación de ser apreciado en una relación y reducir la posibilidad de ser rechazado o sentirse no deseado”.

¿Cómo defenderse del love bombing?

¿Abrumado por el excesivo interés de la persona que acabas de conocer?

 Recomendaciones para poner en práctica, tres pasos para contrarrestar el love bombing o frenar a un bombardero del amor que ya ha pasado a la acción.

1.Establecer límites
Habla. Verbaliza tus expectativas y establece límites claros y precisos. ¿Ejemplos prácticos? “Quizá sería bueno que moderes tu entusiasmo: ¿no te parece que estás exagerando para ser la primera cita?”, “Tengo mucho trabajo, solo puedo salir una vez a la semana”, “Me gustaría salir con alguien que sea más estable emocionalmente hablando, y tú no lo estás”.

No tengas miedo de herir sentimientos: si eres coherente y transparente, te darás cuenta enseguida de si la otra persona corresponde a un interés real o si solo era una ilusión destinada a alimentar su ego.

2.Rechaza educadamente los regalos que te incomodan
Si la otra persona comienza con gestos llamativos o regalos frecuentes y significativos, hazle saber que esta situación te hace sentir incómodo y que no estás listo para esta generosidad temprana y a veces injustificada. Puedes rechazar educadamente diciéndole: “Es un gesto muy amable, pero pienso que es un muy pronto para mí”.
Observa cómo responde a tu solicitud de ir más despacio: si acepta y comprende las razones, la historia podría tomar un rumbo positivo. Sin embargo, si persisten las demostraciones de afecto innecesarias y no deseadas, entonces queda una cosa por hacer.

3.Deja a esa persona (aunque sea difícil)
Si después de haber dejado clara tu posición, la otra persona sigue ignorando tus señales de malestar y persisten los comportamientos que solo le agradan a él o ella, entonces es hora de dar un paso atrás y poner punto final.


¿Cómo sano mis heridas emocionales?

La realidad es que nunca serás la misma persona que eras antes de lo que sucedido. Las heridas emocionales son las secuelas que nos dejan la vivencia de una experiencia incómoda o desagradable. Eso puede dar miedo, pero también puede sentirse increíblemente liberador mientras intentas encontrarte a ti mismo y experimentar un crecimiento postraumático .
Sigue leyendo este artículo para descubrir cómo sanar las heridas emocionales según nuestros expertos
¿Qué es la sanación emocional?
La sanación emocional es el proceso de reconocer, permitir, aceptar, integrar y procesar las experiencias y emociones dolorosas. Puede implicar empatía, autorregulación, autocompasión, autoaceptación, atención plena e integración.
Muchas personas tienden a querer controlar el proceso de sanación emocional minimizando el dolor y controlando sus emociones, pero esto en realidad puede inhibir el proceso de sanación emocional.
Gestionar nuestro estado emocional puede variar por personas. Para algunos, el proceso puede que sea más largo y tumultuoso, pero para otros, puede ser más corto y sencillo.
¿Cuándo necesitas sanar emocionalmente?
Todos experimentamos desafíos y emociones negativas que nos causan dolor y necesitan ser procesadas.
Algunos factores estresantes de la vida, de los cuales podríamos necesitar una curación emocional incluyen:
• La pérdida de un ser querido
• Divorcio
• Rupturas amorosas
• Pérdida de trabajo
• Abuso (incluyendo: emocional, físico y sexual)
• Enfermedad severas o terminales
Fuera de eventos específicos, también es posible experimentar con la ira, tristeza y una ansiedad que se intensifica, persiste y parece inquebrantable, y que se siente como si estuviera apoderándose de tu vida. Estos sentimientos pueden causar un deterioro funcional en tu día a día.
Por ello, es de vital importancia encontrar una forma que nos ayude a gestionar las emociones que estas emociones nos provocan.
No importa cuál sea el desencadenante de tus emociones, la sanación emocional es posible en todos estos escenarios.
Preguntas que debes hacerte antes de iniciar el proceso de sanar
La curación emocional no es un proceso fácil, pero puede ser increíblemente gratificante, ayudándote a encontrar claridad e inspiración de vida.
Aquí hay algunas preguntas que te puedes hacer a medida que embarcas en tu viaje hacia la sanación.
• ¿Cómo X o Y situación está afectando tu vida?
• ¿Cómo quieres que sea tu vida después de haber sanado emocionalmente?
• ¿Cómo sabrías identificar si has sanado?
• ¿Estás listo(a) para sanar?
• ¿Estás dispuesto(a) a soportar algunas molestias emocionales en este proceso de sanación?
• ¿Qué te ayudará en tu viaje hacia la sanación emocional?
• ¿Qué puedes hacer para que tu viaje de sanación sea un proceso llevadero?
Algunos consejos para tu proceso de sanar
Practica la autocompasión: Es bastante difícil sanar si te castigas a ti mismo todo el tiempo. Un estudio mostró que aquellos que practican la autocompasión muestran mayor aumento en el bienestar que aquellos que no lo hacen.
Agradécete a ti mismo Sí, así es, date las gracias a ti mismo. A pesar del dolor emocional que estas experimentado has decidido llegar hasta aquí y trabajar en tí, evidenciando un interés en sanar.
No lo hagas solo(a). La ciencia muestra que sanamos mejor juntos. Tu instinto podría ser trabajar todo el proceso solo(a) como para no ser un estorbo, ¡pero la realidad es que tus amigos y familiares probablemente quieran ayudarte! Ponte en contacto con alguien con el que te sientas cómodo(a) y seguro(a).
No trates de "arreglar" todo a la vez. La sanación emocional no es simple, y lo que sea que te haya sucedido probablemente tenga raíces más profundas en tí de lo que puedas imaginar y te puede estar afectando de maneras que quizas no conoces. No esperes arreglar todos esos traumas en una sentada, trabaja una cosa a la vez y a medida que las vayas reconociendo. No es una carrera y no estás compitiendo con nadie.
Siente tus emociones, no las evadas. Esto puede ser una de las cosas más difíciles de hacer. Es probable que experimentes una variedad de sentimientos profundos, como tristeza, dolor o rabia. Esas no son emociones divertidas y es tentador quererlas ignorar o apresurarte para superarlas. Será incómodo, pero reconocer los sentimientos difíciles es parte de la sanación. La buena noticia es que los sentimientos pasan incluso si parece que nunca pasarán.
Reconoce que el progreso nunca será lineal. Puedes sentir que estás logrando los mejores avances, y luego tener un día terrible en el que sientes que toda tu recuperación emocional se ha deshecho. Si te lastimas una pierna, es posible que tengas un mal día y que vuelvas a sentir dolor, a pesar de haber experimentado un período prolongado de sanación. Lo mismo ocurre con tu salud mental. Habrán momentos en los que te sentirás decaído(a) pero esto no desvalora tu progreso.
Beneficios de la Sanación Emocional
Puede que no te guste el estado emocional en el que te encuentras y que a su vez tengas miedo de trabajar en sanar porque temes de lo que te puedas encontrar en el camino. Esta es una preocupación válida, pero estos son algunos de los beneficios para la salud que están asociados con las emociones positivas de la sanación:
• Mejor salud cardiovascular
• Vida útil y potencialmente más larga
• Reducción en la producción de cortisol (hormona del estrés)
• Ritmo cardíaco más bajo
• Menos probabilidades de desarrollar una infección en las vías respiratorias cuando te expones a un resfriado o gripe.
Cómo encontrar la curación emocional
Si estás tratando de sanar tu dolor emocional, aquí hay algunas formas con las que puedes experimentar:
Terapia
La sanación emocional puede ser increíblemente gratificante, pero también puede ser dolorosa en el interín. Es posible que debas considerar hablar con un profesional de la salud mental que esté capacitado para trabajar con personas en procesos de curación
Este profesional, puede ayudarte a sanar a un ritmo que sea apropiado para tí y brindarte una perspectiva a la que quizás no llegarías por tu cuenta.
Atención plena
Cuando intentamos curarnos emocionalmente de algo, puede ser muy fácil retroceder a eventos pasados o esperar una catástrofe en nuestro futuro. Las prácticas de atención plena pueden ayudarte a estar en el momento presente y ver que, en este momento, estás bien.
A menudo se sugiere llevar un diario, y por una buena razón. La investigación muestra que llevar un diario es una forma eficaz de llegar a comprender el inconsciente al ayudar a las personas a superar sus sentimientos y dar sentido a lo que les ha sucediendo.
Permítete sentir la plenitud de tu pena, enojo, dolor o pérdida sin adjuntar más significados, historias o pensamientos. Esto puede ser profundamente curativo y útil para procesar las emociones.
Las investigaciones indican que el ciclo de una emoción puede durar solo 90 segundos. Esta información puede ayudar a que las emociones se sientan menos abrumadoras. Cuando te sientes abrumado por una emoción, puedes mirar el reloj para ver cuánto tiempo pasa antes de que el sentimiento se disipe, intenta emplear habilidades de atención plena mientras tanto.
Mueve tu cuerpo
Mientras experimentas emociones difíciles, trata de mover tu cuerpo. Esto te ayudará a procesar tus sentimientos. Mueve tu cuerpo de la forma en que deseas (es decir, lenta o rápidamente, caminando o corriendo).
Mover el cuerpo para procesar el estrés o el trauma también se puede ver en el reino animal. En el libro "Waking the Tiger: Healing Trauma", el terapeuta Peter A. Levine señala que, en la naturaleza, un impala que escapa de su depredador instintivamente "se sacudirá" el evento traumático, recuperando el movimiento completo de su cuerpo.
Las técnicas terapéuticas como la experiencia somática (SE) y los ejercicios de liberación de trauma (TRE) pueden ayudar a procesar y mover el trauma y las emociones desde el interior del cuerpo. Esto implica que una persona se vuelva consciente de sus sensaciones corporales internas y brindarle conciencia. En pocas palabras, una persona que mueve su cuerpo intencionalmente puede disminuir los niveles de estrés.
Ábrete a recibir apoyo
Ábrete a recibir apoyo de tu comunidad. Permite que tus amigos y seres queridos te vean, te apoyen, te cuiden y te acompañen en el proceso.
¿Cómo sé si estoy sanando?
¡No hay una meta que alcanzar que signifique que ahora eres un ser completamente curado(a)! De hecho, la sanación emocional a veces puede ser tan gradual que es posible que ni siquiera te des cuenta de cuánto has sanado, y otras personas pueden notarlo antes que tu.
Pero si puedes mirar atrás a una situación sin sentirte abrumado(a) por la emoción, si puedes recuperarte mejor y más rápido frente a la adversidad, o si simplemente sientes una mayor sensación de paz, esto significa que ciertamente estás en el camino hacia la curación emocional.
Pueden haber niveles cada vez más profundos de sanación emocional por descubrir. Haz tu mejor esfuerzo para vivir de una manera que honre y apoye tu continuó viaja hacia la sanación emocional. Esto te permitirá experimentar un nivel de curación cada vez mayor que puede mejorar tu salud física, emocional y mental, tu bienestar, tu satisfacción en la vida y la conexión contigo mismo y con los demás.
Habla con un profesional de la salud mental.


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¿sientes la necesidad de salvar a otr@s?


Hay personas con la necesidad de “arreglar” a los demás, de ser los primeros en salvar, solucionar u ofrecer ayuda. Ahora bien, a veces tras esta entrega puede darse algo de intrusismo y hasta de egoísmo, porque hay roturas privadas que solo uno mismo puede reparar. Y porque hay quien ve en esa ayuda prestada una deuda moral que más tarde deberá ser saldada.
De algún modo u otro, todos conocemos esos perfiles que necesitan ser siempre los rescatadores de todas las causas. La mayoría lo hacen de buena fe, gran parte de ellos se sienten felices siendo esa mano amiga que todo lo abarca y lo atiende. Sin embargo, al igual que es necesario saber en qué momento debe darse la ayuda, también debe tenerse claro en qué momentos es mejor quedarse en segundo plano.
Asimismo, hay un aspecto que no podemos dejar de lado. A veces, los objetos pueden ser peligrosos o muy delicados. Puede que tengan bordes afilados y hasta grietas que, al tocarlas, empeoremos su todavía más su estado. Hay momentos, por tanto, en que la mejor respuesta es no hacer nada. Limitarse a ser esa figura que está presente y que confiere apoyo, pero en silencio y con sabiduría.
Las personas rotas necesitan la ayuda de profesionales especializados. Las personas con el corazón o la autoestima fragmentada necesitan a su vez de su propio tiempo de sanación, de un espacio adecuado y cómodo donde ir reparándose poco a poco y a su ritmo.
Por tanto, hay determinados procesos que no podemos acelerar. Ni podemos tampoco alzarnos como héroes salvadores ante causas que no conocemos en profundidad o que precisan de otro tipo de asistencia.

“Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no a llevarla”.
-Pitágoras-


Las personas con la necesidad de “arreglar” a los demás, a veces, se empeñan en poner tiritas donde no hay herida ni rozadura. En ellas habita la buena voluntad y hasta la nobleza, es cierto, pero en su afán por ser la solución a todo problema, a menudo se extralimitan. Son esos perfiles empeñados en hacernos favores cuando no los solicitamos o en reparar aspectos que en realidad no necesitan de asistencia o ayuda alguna.

Esto podemos verlo, por ejemplo, en quienes se empeñan en buscar pareja a quien no la tiene ni la quiere. O más aún, en quienes nos recomiendan que nos alejemos de tal persona porque, a su parecer, entraña un serio peligro para nosotros. Son también esas figuras que nos animan quizá, ser más extrovertidos, más abiertos y dicharacheros cuando en realidad no se han molestado en comprender cómo encaja cada pieza dentro de nuestro carácter.
Los “reparadores sociales” se ven en la necesidad de arreglar aquello que ante sus ojos, parece defectuoso, herido o falto de felicidad. Lo hacen de manera casi automática porque en realidad, ellos mismos son a menudo los auténticos supervivientes de algún daño del pasado; ellos son quienes al fin y al cabo, son portadores de la herida de la infelicidad o la insatisfacción.

La personalidad rescatadora y el Caballero Blanco
Las personas con la necesidad de “rescatar” a los demás define un tipo de perfil que en psicología se conoce como el síndrome del Caballero Blanco. Este término fue acuñado por las doctoras y profesoras de psicología en Berkeley Mary Lamia y Marilyn Krieger.
Así, este sector de la población engloba a todos aquellos hombres y mujeres que a menudo, establecen relaciones con personas que a sus ojos parecen dañadas o vulnerables. Su idea, su propósito, es rescatarlas y repararlas. Ansían ser esa figura que facilita todo tipo de recursos sin que a veces, sea claramente necesario.

Ahora bien, con esa actitud rescatadora y reparadora lo que buscan también es dotar de significado a su propia vida. De ahí que las autoras de la descripción de este tipo de perfil, especifiquen que el caballero Blanco se distingue por los siguientes rasgos.
¿Cómo es un caballero blanco?
• Personas que en algún momento de su pasado sufrieron un abandono, maltrato, la pérdida de algún cuidador, etc.
• Son muy sensibles y vulnerables emocionalmente.
• Necesitan sentirse útiles.
• Son muy críticos consigo mismas, pero a su vez devalúan a los demás por una razón muy clara: al debilitar al otro justifican el tener que ayudarles.
• No suelen alegrarse de los éxitos de los demás, de las actitudes seguras, valientes o arriesgadas. Siempre nos preferirán inseguros y bordeando la línea del fracaso, la tristeza y el miedo a acudir al rescate.
 Las personas con la necesidad de “arreglar” a los demás son como esos caballeros blancos que van de reino en reino rescatando y ayudando a quienes encuentran (aunque estos no se lo pidan ni lo necesiten). De ahí, que la mayoría de las veces sus actos sean frustrados, porque dichas conductas pueden sentirse como intrusivas y molestas.
Por tanto, podemos imaginar cómo es la vida de este tipo de perfil. Les acompaña la decepción, el sufrimiento y la impotencia de que no se reconozcan sus esfuerzos, su noble voluntad. Pueden ser tiránicos, a instantes hasta manipuladores, pero lo que siempre debemos ser capaces de ver en ellos es a esa persona herida que habita en su interior.
El caballero blanco es al fin y al cabo quien debe ser rescatado. Son ellos mismos quienes deben dar el paso para reparar las heridas del pasado, así como esa autoestima deshilachada que les aboca a proyectar en los demás necesidades propias. Por tanto, seamos sensibles ante este tipo de realidades.
Asimismo, si somos nosotros mismos ese caballero blanco permitámonos ser rescatados, es momento de aligerar cargas y de librar la mejor hazaña de todas: la sanación personal.

Conoce los 4 tipos de apego

Te explicamos cuáles son los tipos de apego que existen y cómo influyen en nuestras relaciones con los demás.
A menudo las personas ignoran lo que es el apego o minimizan su importancia y, a la hora de la verdad, es algo que nos afecta a todos, que provoca que duelan tanto las rupturas y que sean tan duros los duelos, y que nos relacionemos con los demás según cómo ha sido nuestra infancia.
Para que conozcas algo más de ello, vamos a explicarte cuáles son los 4 tipos de apego que existen y cómo influyen en nuestras relaciones con las personas que queremos. Ayudará a que te conozcas un poco más a ti mismo y contribuirá a que puedas encontrar mejor el equilibrio necesario en el trato con los demás.
Teoría del apego
Apego
El estudio del apego se remonta a los estudios que realizó Freud, puesto que aquel constituye una relación emocional con otra persona en la que interfieren el consuelo, el placer y el cuidado, que deben fluir en ambas direcciones con la otra persona, ya sea pareja, familiar o amigo.
Sin embargo, a quien se considera el creador de la teoría del apego es a John Bowlby, quien centró el grueso de sus investigaciones en esta conexión entre los seres humanos que se cuando las relaciones son de carácter duradero.
Posteriormente Mary Ainsworth estudió el apego infantil que se desarrollaba entre los niños y sus madres, comprobando cuáles eran sus reacciones cuando se les separaba de ellas y volvían a encontrarlas al poco tiempo. Fueron sus estudios los que determinaron 3 tipos de apego: el seguro, el inseguro ambivalente y el inseguro evitativo. Luego, otros dos investigadores, Main y Solomon, catalogaron un estilo de apego más: el desorganizado inseguro.
Apego seguro
Según la etapa de la vida en que se encuentra una persona, el apego tiene una serie de características. De tal modo, en la infancia, el apego seguro implica que el niño es capaz de separarse de sus padres sin demasiados problemas. Asimismo, buscará la protección y consuelo de sus progenitores si tiene miedo y se mostrará muy contento cuando regresen tras haberlo dejado en el colegio o al cuidado de otros.
Los padres que educan con este tipo de relación a sus hijos juegan mucho con ellos y no crean relaciones de dependencia. Al mismo tiempo, muestran su cariño, le enseñan a expresar las emociones, a desahogarse y a sentirse queridos. Como resultado, los niños son más autónomos y empáticos, pero para ello es necesario hallar el equilibrio perfecto entre estar atendiéndoles todo el rato, sin dejarles espacio para desarrollarse y equivocarse, e ignorarles.
Durante la edad adulta, el apego seguro genera una autoestima sana y unas relaciones duraderas y de confianza con los demás. No se tiene ningún problema a la hora de expresar las emociones y en compartir los sentimientos con los amigos y la pareja.
Apego ambivalente
Apego
Todo lo contrario es el apego inseguro, que se divide a su vez en tres tipos: ambivalente, evitativo y desorganizado. Durante la infancia, los niños que poseen el ambivalente muestran desconfianza hacia los extraños, estrés y ansiedad cuando sus padres se marchan y, cuando regresan, no hallan consuelo y se muestran enfadados. Esta actitud provoca relaciones de dependencia y es uno de los más habituales en la educación de los niños, aunque no el más recomendable.
Durante la edad adulta, este estilo de relación con los demás se refleja en una mala gestión de las emociones y en rupturas frecuentes, de manera que estos adultos repitan el patrón infantil.
Apego evitativo
Por lo que respecta al apego evitativo, esta es la postura que adoptan los niños que evitan a sus padres o que no buscan el contacto y el consuelo en ellos cuando tienen miedo o algún problema. A estos niños se les presta poca o nula atención y los más pequeños no llegan a desarrollarse teniendo confianza en si mismos, sumidos siempre en la duda de si le quieren o no. Es el tipo de apego frecuente en las situaciones de padres ausentes o abandono.
En la edad adulta esto se traduce en la incapacidad de mostrar las emociones y evitar las relaciones de mayor intimidad, así como en personalidades inseguras y con baja autoestima.
Apego desorganizado
Niño
Los niños con apego desorganizado tienen una mezcla de los anteriores. Ante sus padres se muestran confundidos o dubitativos e incluso es frecuente que terminen adoptando un rol de cuidadores de sus padres. En la edad adulta, les cuesta entablar relaciones afectivas profundas, por lo que suelen tener relaciones breves o volátiles.
Para conseguir el apego seguro en nuestros niños, lo cual contribuirá a la felicidad y bienestar en la edad adulta, es importante establecer una buena comunicación con los niños, enseñarles a mostrar y gestionar las emociones, darles una base de confianza y seguridad, cubrir sus necesidades, mostrar afecto con caricias, besos y palabras, y cuidar su bienestar emocional. Asimismo, esta buena base en la infancia facilitará que en el futuro puedan alcanzar un ego positivo.





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