Dependencia Emocional, Relaciones ¿Es amor o apego?


Cuando el temor a perder significa algo más.

¿Aprendemos a relacionarnos con los demás?
¿Por qué repetimos patrones de conducta en diferentes relaciones?
¿Cómo sabemos que ese miedo por perder a alguien se trata de amor?
Cada uno de nosotros cuenta con su propio estilo de apego. Una necesidad humana básica que adquirimos en nuestra infancia, y nos permite conectar emocionalmente con las demás personas.
Podríamos decir que se trata de lentes a través de los cuales observamos nuestro mundo relacional. Aprendemos a relacionarnos y generalmente lo hacemos de la misma manera con todos nuestros afectos.
En esta nota, hablaremos de cómo a través de nuestro estilo de apego, podemos desarrollar ciertas conductas que pueden perjudicar nuestro bienestar cuando se trata de relacionarnos con alguien más.
Conocer mi estilo de apego
Desarrollamos nuestro apego durante los primeros años de vida a partir de la relación que tenemos con nuestros primeros cuidadores (por ejemplo papá y mamá). El estilo que adquiramos, va a depender de qué tan seguros, contenidos y amados nos sentimos en ese momento por aquellas figuras.
Existen dos grandes grupos a partir de los cuales se clasifican los diferentes estilos de apego:Por un lado, el apego seguro que va a ser la manera más sana y funcional de relacionarnos con los demás.
Y por el otro (y aquí vamos a detenernos) el apego inseguro, que a su vez tiene 3 tipos: apego ansioso ambivalente, evitativo y desorganizado. Si quieres conocer más acerca de cada uno, puedes escuchar los episodios 49 , 50 y 64 de nuestro podcast: Psicología al Desnudo.
Apego seguro e inseguro
Quienes desarrollan un estilo de apego seguro, no tendrán demasiados inconvenientes a la hora de relacionarse afectivamente con alguien más (o por lo menos no por su parte). Se sienten seguros y no experimentan la necesidad de estar en permanente contacto con la otra persona, o sentir temor frente al abandono.
El escenario cambia para quienes desarrollan un estilo inseguro, ya que pueden encontrarse con grandes desafíos en sus relaciones interpersonales:
Sufrir dependencia emocional.
Evitar relacionarse en profundidad
Miedo o temor de establecer una relación de pareja.
Desregulación emocional.
Dificultades para expresar e identificar emociones.
Inseguridades, celos.
¿Es amor o es temor?
Tener un estilo de apego inseguro no quiere decir que no se experimente amor. El problema surge cuando se confunden ciertas conductas asociadas a nuestro estilo de apego con el amor.
Si nuestro estilo de apego es inseguro, entonces es probable que existan muchos desafíos que formen parte de nuestro mundo relacional y que muchas situaciones nos generen malestar. Sin la correcta información sobre nuestro apego, podemos pasar por alto muchas situaciones y conductas disfuncionales.
Por ejemplo: No querer pasar un segundo lejos de nuestra pareja porque sentimos tanto amor que no podemos separarnos. A punto tal de sentir desesperación cuando tiene otros planes y debe irse.
Sentirse así no tiene que ver con la cantidad de amor, sino con un sentimiento enorme de inseguridad, proveniente de nuestro apego.
¿Es posible re-aprender nuestro estilo de apego?
Claro que sí. Siempre es posible aprender nuevas maneras de relacionarnos con los demás.
Sobre todo si tomamos consciencia de aquello que estamos buscando cambiar y entendemos que no tiene que ver con amar o no a la otra persona sino más bien con algo aprendido a lo largo de los años.
En este artículo te explico cómo generar un apego seguro, incluso en la adultez.
Es importante aclarar que migrar de un estilo de apego a otro, no resulta un proceso fácil. Se trata de años relacionándonos de una determinada manera con los demás. Cambiar requiere resetearnos y empezar de nuevo.
No podemos cambiar nuestro pasado. El estilo de apego que desarrollamos nos sirvió en su momento para protegernos de alguna sensación de malestar. Fue la manera que encontramos para tolerar aquel dolor. Lo importante es entender que hoy no funciona.
Lo que sí podemos cambiar es lo que somos hoy. Con paciencia y con acompañamiento es posible.
Siempre puedes comenzar el camino hacia un apego seguro de la mano de un profesional de la salud mental. Contamos con el conocimiento para acompañarte en tu proceso.


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“Todo el mundo es feliz en la pantalla”: Las redes sociales y nuestra ansiedad.


“Abro los ojos, lo primero que hago es girar al otro lado de mi cama y tomar mi celular. Reviso si anoche por casualidad alguien me escribió…
No, nada. Quizás me enviaron un email … Tampoco.
Veo algunas historias en Instagram antes de levantarme… No puede ser que todo el mundo tenga un mejor trabajo que el mío y tenga una pareja estable.
No sé cómo hace esta chica para hacer todo lo que hace en un día. Yo de casualidad voy al trabajo y ella ya entrenó, desayunó, trabajó desde su casa y ahora se está subiendo a un avión. Qué poco hago de mi vida, debería levantarme más temprano… Aunque, ¿para qué? Si nunca voy a tener esa vida
¡Uyyyy pasaron 40 minutos desde que me levanté y estoy con el celular! Llego tardísimo al trabajo”.
Notificaciones, publicidades, fotos, videos, email, mensajes, notificaciones otra vez.
Las redes sociales nos conectan con el mundo, con lo que pasa a millones de kilómetros. Pero ¿qué pasa cuando esa conexión está presente 24/7? ¿Las redes sociales pueden volvernos personas más ansiosas?
Nuestro cerebro y las redes sociales
Es un hecho: nuestro smartphone es parte de nuestro día y se ha vuelto un objeto indispensable para casi cualquier persona. Con él podemos trabajar, conectar con personas que están al otro lado del océano, obtener la información que buscamos con un clic y muchísimas cosas más.
Con tantas posibilidades, ¿por qué no lo usarlo todo el tiempo? Tiene sentido hacerlo.
Sin embargo, existe un lado B del uso de nuestro celular. Se trata de una fuente interminable de estímulos para nuestro cerebro: notificaciones, me gusta, comentarios, nuevos seguidores, noticias, etc.. Nos habituamos a vivir rodeados de estos estímulos y se vuelven una necesidad.
Vivir conectados no es gratis, y el precio lo paga nuestro cerebro. En un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Carolina del Norte, se descubrió que los niños y adolescentes que crecen consultando las redes pueden desarrollar cerebros con hipersensibilidad a las respuestas sociales.
En la investigación se estudió a 169 adolescentes de 13 a 17 años durante tres años y los resultados revelaron que los jóvenes que usaban las redes sociales muy a menudo (más de 15 veces al día) tenían cerebros más sensibles a recompensas y castigos sociales.
¿Qué es el FOMO y qué relación tiene con la ansiedad?
Hace un tiempo ya empezamos a escuchar hablar sobre FOMO y su relación con el uso de redes sociales. Pero ¿qué significa?
El FOMO (fear of missing out) cuyas siglas en español significan “miedo a perderse de algo” es una sensación de angustia que experimentamos cuando sentimos que estamos perdiéndonos algo que otras personas están disfrutando.
La ansiedad en el FOMO tiene que ver con un miedo a no formar parte, a perderse de algo importante, a no ser tenido en cuenta, o a no ser lo suficientemente interesante. La mayor característica es la necesidad compulsiva de estar conectado en cada momento del día.
El hecho de tener que estar en todos lados, compartir todo lo que hacemos, conversar con nuestros amigos y tener que hacer algo productivo TODO el tiempo puede ser muy agotador. Sobre todo porque se convierte en una especie de responsabilidad u obligación; si no lo hacemos sentimos que no existimos para los demás.
¿Qué debo tener en cuenta si quiero hacer un uso saludable de las redes sociales?
Eliminar la tecnología de nuestra vida no será la solución. Llegó para quedarse y sus beneficios son demasiados como para pensar en retroceder. Lo mejor que podemos hacer frente a esto es tomar consciencia de que su uso excesivo puede traer consecuencias, y anticiparnos practicando hábitos saludables es una excelente opción.
Aquí te dejamos algunos consejos que pueden ser útiles para regular nuestro consumo de redes sociales:
Aplicar la técnica de revisión por bloques: Suele ser muy útil para disminuir la frecuencia con la cual ingresas en alguna aplicación como por ejemplo Instagram o Tik Tok. Establecer horarios o momentos en el día para estar en alguna red social, te permitirá mantener un mayor control sobre la cantidad de tiempo que le dedicas.
Eliminar las notificaciones: este es un punto clave para no tener que estar chequeando el teléfono en cada momento. Eliminar las notificaciones te permitirá permanecer concentrad@ por mayor tiempo en lo que sea que estés haciendo y a utilizar tus redes con menor frecuencia.
Días sin tecnología: de vez en cuando poder permitirte un día “detox” de redes sociales te permitirá conectar contigo mism@ y probablemente te sientas aliviad@ de no estar frente a ninguna pantalla por un tiempo.
Recuerda que todo tiene un lado B: Que “todo el mundo” decida compartir únicamente sus momentos felices no quiere decir que su vida sea perfecta, o que ellos no tengan un día malo o poco productivo. Detrás de la pantalla hay mucho de lo que no sabemos.
Todo se trata de equilibrio, de entender que lo real traspasa la pantalla y que tu felicidad no va a depender de ser visto o no en Internet. Requiere un esfuerzo salir del modo “piloto automático” del cual podemos estar acostumbrados a la hora de usar nuestras redes, pero se trata de un cambio crucial en nuestro estilo de vida que puede traernos múltiples beneficios.




RELACIONES CASUALES.



Relaciones casuales: ¿Es posible mantenerlas y cuidar nuestra salud mental?


Hablemos de relaciones casuales. Para ello, viajemos por el tiempo hacia un siglo atrás: ¿Cómo se relacionaban sexoafectivamente las personas? ¿Había lugar para el ¿“no somos nada”?


Nos encontramos en un momento en el que social y culturalmente existen múltiples formas de relacionarnos con alguien, desde la monogamia a las relaciones casuales, la gama de posibilidades es muy amplia.


Y si de algo podemos estar seguros es que hoy tenemos una gran cuota de libertad a la hora de elegir cómo relacionarnos con los demás. Cada vez se cuestionan más los mandatos sociales, ya no es necesario que pensemos en el matrimonio como un “todo” en la lista de vida y estar solo es una elección.
Ahora bien ¿Esta libertad implica responsabilidad?
La libertad de las relaciones casuales.


¿Puedo relacionarme con alguien que me atrae sin ser novios? La respuesta es sí.
Sin embargo, esta elección implica entender las condiciones que surgen de una relación casual.


Cuando las personas deciden entrar en una relación formal, se comprometen a cumplir ciertos puntos necesarios para que aquella relación funcione. Hay quienes prefieren no comprometerse pero aún así disfrutar de compartir tiempo con otro, sin necesidad de utilizar un título que defina aquella relación.


El problema está cuando pensamos que este tipo de relaciones no conlleva ningún nivel de responsabilidad o compromiso.


La realidad es que, más allá de no contar con algún título o formalidad que defina el carácter de la relación, cualquier vínculo que se establezca con alguien más debería venir de la mano con una dosis de responsabilidad afectiva.


¿Qué es la responsabilidad afectiva?
Somos responsables de cómo nuestras acciones, palabras y comportamientos afectan emocionalmente a otras personas. Ser afectivamente responsables implica reconocer que nuestras acciones pueden tener un impacto significativo en el bienestar emocional de alguien más, aún si se trata de una relación casual.
La responsabilidad afectiva implica ser consciente de los sentimientos y necesidades de uno mismo y de la otra persona.


Esto quiere decir que si soy consciente de no estar implicado emocionalmente con la otra persona, pero esto no está explícito y la otra persona efectivamente si demuestra tener sentimientos hacia mi (o viceversa) entonces será necesario aclarar la manera de vincularse.


¿Puedo lidiar con las condiciones de una relación casual?

A la hora de responder esta pregunta, las expectativas juegan un papel importante.
¿Qué expectativas tengo en función de este vínculo? ¿Siento comodidad al pensar en que simplemente es algo del momento?
Si tengo en claro que la finalidad de compartir encuentros casuales con alguién más es simplemente disfrutar de pasar el momento y la otra persona está de acuerdo con eso, entonces ambas partes se sentirán seguras y confiadas en su decisión.


En cambio, sí mis expectativas tienen que ver con un compromiso a futuro con aquella persona porque me siento involucrado emocionalmente, entonces es momento de frenar y repensar en qué situación me encuentro ya que sino, podría salir lastimado.
¿Cómo puedo mantener una relación casual sin comprometer mi salud mental?
Hay algunas ideas que podemos considerar a la hora de formar parte de una relación casual:


Comunicación:

Es quizás el punto más importante y el más complejo. Lo ideal será establecer una comunicación fluida con la otra persona acerca del curso de aquella relación. Hablar sobre lo que se siente, sobre lo que se espera y sobre lo que se puede ofrecer es necesario para que ambas partes estén satisfechas.


Es frecuente tener la sensación de temor al intentar hablar con la otra persona por temor a su reacción. Sin embargo, con el tiempo agradecerás haber dejado en claro qué necesita cada uno y qué pueden dar y te sentirás más aliviad@.


Revisión interna:

Preguntarnos a nosotros mismos: ¿Cómo me hace sentir esta situación? O ¿Estoy conforme con la manera de relacionarme con esta persona? Puede ser útil para re-evaluar nuestro nivel de bienestar mental dentro de una relación casual.


Honestidad:

La honestidad para con uno mismo y la otra persona es otro punto crucial relacionado con la comunicación. Esto permitirá no crear falsas expectativas y abordar el vínculo con madurez y libertad.


Es posible disfrutar de relaciones casuales con otras personas, no tiene porqué significar un problema para nuestra salud mental. Sin embargo, es importante tener en cuenta que implica un grado de responsabilidad afectiva hacia nosotros y hacia la otra persona.


La comunicación, la honestidad y el escucharnos a nosotros mismos son puntos clave para hacerlo de manera saludable.



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Guia o constructor/a





¿Pastores o Ingenieros? Padres que se ocupan de guiar y no se preocupan por construir.

“¿Debería escuchar Beethoven durante el embarazo?” 

“Quizás no tendría que permitir que comiera azúcar, ni siquiera en ocasiones especiales como fiestas de cumpleaños”.

“Si lleno su cuna con juguetes probablemente su mente esté mucho más estimulada”.

¿Cuál es el camino correcto que se debe seguir al criar hijos e hijas? Es una pregunta que se hacen miles de padres y madres. Russel Barkley -especialista en TDAH- en su charla: “Acerca de ser padres” nos ayuda a encontrar respuestas. 

Creo que mi hijo/a olvidó traer su manual de instrucciones  
Hemos oído y leído cientos de cosas acerca de los beneficios de la estimulación temprana y de ciertas prácticas que pueden beneficiar el desarrollo de los niños y las niñas durante sus primeros años de vida. 

Pero con tanta información, a veces olvidamos algo esencial: no podemos diseñar a nuestros hijos/as. 

La ciencia ha demostrado que existe un umbral. Se trata de un nivel de estimulación que todo cerebro normal necesita para desarrollarse correctamente. Una vez que se supera, el resto está fuera de las manos de cualquier padre o madre. 

Sin dudas un ambiente estimulado va a ser mejor que un ambiente deprivado. Eso es un hecho. Pero la naturaleza es demasiado sabia como para permitir que cada nueva generación sea tan influenciable por la generación anterior. Se trata de evolución. 


¿Una hoja en blanco o un mosaico? 
Cada persona viene al mundo con más de 400 rasgos psicológicos, y estos rasgos forman parte de nuestro “starter pack”. Esdecir, están ahí incluso desde antes de que podamos decir nuestra primera palabra, e irán emergiendo a medida que crezcamos. 

Por eso, la idea de que uno pueda diseñar la personalidad de su hijo, o sus habilidades matemáticas, deportivas o musicales, no es cierta.

Barkley invita a madres y padres a pensar en sus hijos no como pizarras en blanco -las cuales pueden diseñar a su gusto-, sino como un gran mosaico genético resultado de una combinación única de su árbol genealógico. 

¿Cuál es el nivel de influencia de los padres en la crianza? 
Para comprender mejor la influencia de la crianza, veamos qué nos cuenta la investigación sobre esto: 

Los años más significativos en relación a la influencia de los padres en sus hijos van desde el nacimiento hasta los 7 años.
Luego, desde los 8 a los 12 años cae de manera abrupta. 
Después de los 15 años, el porcentaje de influencia es de menos del 6%. Es decir que únicamente un 6% del comportamiento de un adolescente es debido a su crianza. 
Finalmente, a los 20 años, es del 0%.  
Excepto en casos de abuso, negligencia o desnutrición, la influencia de lo que ocurra dentro del hogar es mínima en lo que respecta al curso futuro de vida de los hijos. 

Mejor que ingenieros, pastores
Lo más importante como padres, entonces, no es preocuparse por construir alguna especie de máquina como si fueran ingenieros. ¿Por qué? 

Porque las influencias externas (escuela, grupos de pares, profesores,etc.) son más poderosas para moldear el curso de la vida de los hijos, que las influencias que provienen desde dentro del hogar. Frente a esto, la concepción de pastores suele ser la más acertada. 

Un pastor no diseña a su oveja, lo que sí puede hacer es guiarla en su camino. 

Si como padres existe la autopercepción de ser ingenieros, y es entonces que toda la responsabilidad sobre el curso de la vida de su descendencia  recae sobre sí mismos. Si los resultados no resultan como esperan o surge alguna dificultad, son totalmente responsables. Un ingeniero debe poder controlar cada una de las variables y no dejar lugar al azar. 

En su lugar, podemos pensar en los padres como pastores de una persona única en el mundo. En este rol tienen un gran poder: eligen la pastura que va a comer la oveja, también donde crece y  se desarrolla. El pastor es quien la protege del peligro y vela por ella, es su red de apoyo emocional cuando algo sale mal. 

Sobre todo se ocupa del ambiente. 

Pero la otra parte importante de su rol, tiene que ver con aceptar que muchas veces, los pastores son actores pasivos del proceso, quienes deben  observar y admirar el paso del tiempo y su influencia. De algún modo se trata de aceptar la ley de la impermanencia. 

Entender la paternidad y maternidad desde esta visión va a permitirnos guiar nuestra energía a generar ambientes sanos, positivos y cuidados para permitir un desarrollo libre de nuestros niños y niñas, en lugar de luchar contra aquello que no depende de nosotros. 

Porque si bien no podemos controlar todo lo que ocurre, frente a esto existe una opción aún mejor: disfrutar mientras ocurre. 

No nacemos sabiendo cómo cuidar y potenciar el desarrollo de otras personas,y las dudas nos acompañarán durante todo el proceso. Sin embargo, estar en constante búsqueda de respuestas es lo que mantiene nuestro motor encendido, y siempre podemos contar con apoyo en este recorrido único. 

Si estás en búsqueda de asesoramiento en tu proceso de parentalidad, En psimosquera podemos acompañarte. 




El CAMINO HACIA UNA AUTOESTIMA SANA

El camino hacia una autoestima sana: cómo trabajar para un cambio para lograrlo.
La autoestima es un aspecto fundamental de nuestra salud emocional y mental. Desde temprana edad, recibimos mensajes de personas significativas que influyen en la construcción de nuestra identidad y autoimagen. Estos mensajes pueden ser descalificadores o potenciadores, y tienen un impacto duradero en nuestra autoestima.
Sin embargo, a lo largo de nuestra vida, tenemos la capacidad de reevaluar y trabajar en nosotros mismos para cultivar una autoestima sana y positiva. En este artículo, exploraremos los elementos clave para desarrollar una autoestima saludable y cómo podemos comenzar este camino de autodescubrimiento y crecimiento personal.
Las voces externas y su influencia en nuestra autoestima
Durante nuestra infancia y adolescencia, los mensajes que recibimos de personas significativas como padres, maestros y amigos moldean nuestra percepción de nosotros mismos. Los mensajes descalificadores, como «no vas a poder» o «no eres lo suficientemente bueno/a», pueden generar una autoestima deficiente y limitante. Por el contrario, los mensajes potenciadores, como «eres capaz» o «tienes talento», fomentan una autoestima saludable y fortalecedora.
Es importante reconocer cómo estos mensajes han influido en nuestra autoestima y qué podemos hacer para reevaluar y desafiar las creencias limitantes.
Diferencias entre una autoestima sana y una autoestima deficiente
Identificar las diferencias entre una autoestima sana y una autoestima deficiente es el primer paso para tomar medidas para transformarla. Reconocer nuestras áreas de mejora y trabajar en ellas nos permite construir una autoestima más sólida y saludable, y así experimentar una mayor satisfacción y bienestar en nuestra vida diaria.
Veamos ambos tipos de autoestima:
Autoestima sana:
Confianza en uno mismo: Las personas con una autoestima sana confían en sus habilidades y capacidades. Tienen una creencia sólida en su valía y se sienten seguras en su identidad.
Reconocimiento de fortalezas y debilidades: Aceptan tanto sus fortalezas como sus debilidades. Son conscientes de lo que pueden hacer bien y también de las áreas en las que pueden mejorar, sin sentirse menos valiosos por ello.
Aceptación de quienes somos: Se aceptan a sí mismos en esencia. No buscan la aprobación constante de los demás y se sienten cómodos con su autenticidad.
Permiso para cometer errores: Entienden que cometer errores es parte del crecimiento y el aprendizaje. No se juzgan de manera severa por equivocarse y ven los errores como oportunidades para crecer.
Valor propio independiente de las comparaciones: No se comparan constantemente con los demás. Su valor propio no se basa en la forma en que se comparan con los demás, sino en su propia valía y logros individuales.
Establecimiento de límites saludables: Saben establecer límites en sus relaciones. No permiten que otros los maltraten o abusen de ellos y se respetan a sí mismos al comunicar sus necesidades y deseos.
Autoestima deficiente:
Falta de confianza en uno mismo: Las personas con una autoestima deficiente dudan constantemente de sus habilidades y capacidades. No se sienten seguras en sí mismas y su confianza se ve afectada.
Comparación constante con los demás: Se comparan continuamente con los demás y se sienten inferiores. Su autoestima depende de cómo se perciben en relación con los demás, lo que genera inseguridad y malestar.
Miedo al fracaso: El miedo al fracaso los paraliza. Evitan tomar riesgos o enfrentarse a desafíos porque creen que el fracaso los define como personas.
Dificultad para establecer relaciones equilibradas: Tienen dificultades para establecer límites saludables en sus relaciones. Pueden permitir que otros los maltraten o abusen de ellos por temor a perder su aprobación o afecto.
Baja valoración personal: Su valor propio está vinculado a lo que los demás piensan de ellos. Las críticas y rechazos los afectan profundamente y se sienten sin valía cuando son evaluados negativamente.
Falta de autenticidad: Se ocultan detrás de máscaras y tratan de agradar a los demás en lugar de mostrarse como realmente son. Temen ser rechazados o juzgados si se muestran auténticos.
El viaje hacia una autoestima sana
Construir una autoestima sana requiere tiempo, esfuerzo y autoreflexión; no es un camino lineal ni rápido. Requiere paciencia, autocompasión y perseverancia. Darse permiso para explorar el verdadero ser y aceptar las imperfecciones.
Herramientas para fortalecer la autoestima
Existen diversas estrategias que puedes utilizar para fortalecer tu autoestima y fomentar un cambio positivo en ti mismo/a.
La práctica de la autocompasión, que implica tratarte con amabilidad y comprensión en lugar de juzgarte de manera severa.
Aprender a reconocer tus logros y celebrar tus éxitos, por pequeños que sean.
Establecer metas realistas y alcanzables, y trabaja hacia ellas de manera gradual.
Cultivar una mentalidad de gratitud, enfocándote en las cosas positivas de tu vida y apreciando tus cualidades únicas.
Además, rodearte de personas positivas y de apoyo puede ayudarte a fortalecer tu autoestima y recibir el aliento necesario en tu proceso de crecimiento personal.





LAS CREENCIAS


Las creencias son reglas internas con las que los seres humanos convivimos. Son guías de acción que nos dicen quiénes somos, qué podemos o sabemos hacer -y qué no-, en qué cosas podemos arriesgarnos y en cuáles no. En resumen, nos indican cómo movernos en la vida.

Las creencias se presentan en nosotros en forma de frases cortas, diciendo dos grandes cosas:

• Cómo es el mundo: Da información y afirma “el mundo es así”. Nos dice, por ejemplo: “Todas las mujeres son competitivas y malas”. O “Todos los hombres son iguales”.

• Cómo debemos ser y hacer: Nos dicen, por ejemplo: “Tengo que ser profesional y estudiar una carrera universitaria”. O “Tengo que tener esta cantidad de dinero”. O “Tengo que tener mi propio auto”; “Tengo que casarme y tener hijos”…

El asunto con esta información brindada por las creencias es que es parcial, incompleta. Y en base a ella se marca la vara de lo que debe ser conseguido -porque si no lo hacemos, aparecerá el sentimiento de frustración. Al marcar el ideal a alcanzar, determinan nuestro éxito.

Las creencias tienen consecuencias.

Estas afirmaciones internas constituyen los lentes desde los cuales vemos el mundo y a nosotros mismos: leyes que no concebimos como hechas por nosotros, pero que tienen consecuencias sobre nosotros -especialmente si no las cuestionamos-.

¿En qué consisten estas consecuencias? Veámoslo.

Al ignorar que se trata de una creencia, y pensar que es una verdad única e incuestionable, la creencia siempre al final se comprueba, se vuelve realidad. Y se comprueba porque ante la mínima acción, el mínimo atisbo de concordancia, asumimos como confirmada la creencia. Esperamos, inconscientemente, que suceda y omitimos las miles de otras acciones que NO se vinculan con esa creencia; porque nuestro cerebro busca esa confirmación.

Cuando una creencia afirma que deberíamos hacer algo y no lo hacemos, la consecuencia es la culpa. Sentimos culpa porque deberíamos estar haciendo eso o ser eso que no somos. Cuando las creencias no son cuestionadas, siempre nos devuelven al mismo lugar, al lugar de “LO ESTOY HACIENDO MAL”.

Nuestras creencias, nuestra casa.

Todos habitamos la casa de nuestros padres, madres o cuidadores cuando nacemos. Y esta casa incluye muebles que alguien más introdujo en ella.

Vivimos en esta casa -y la hacemos nuestra- durante mucho tiempo, pero llegado el momento es normal cuestionar si estos muebles nos gustan, si realmente queremos vivir con esos muebles o quisiéramos una casa decorada de forma diferente.

Esta es la primera etapa de cambiar creencias: cuestionar si creemos en ellas o no, si nos gustan o no. Ponerles un signo de pregunta. Y empezar a quitar los muebles que no van con nosotros: “Esta creencia no va conmigo, este mandato ya no lo quiero, no me hace bien”. Y así, los muebles “heredados” quedan atrás.

Si este proceso continúa, llegará un momento en el que la casa tendrá solo unos pocos muebles. Y esta es la segunda etapa. Sabemos aquello que no queremos, pero no identificamos lo que queremos. Nos encontramos sin las creencias que nos regían, pero no sabemos bien aún cuáles creencias nuevas nos regirán de ahora en más. Es un momento de incertidumbre, y hay que soportarlo.

Poco a poco iremos eligiendo nuestros propios muebles. Muebles que podremos ir cambiando miles de veces a lo largo de mi vida, pero muebles que al fin y al cabo, son escogidos por nosotros. Ya no serán los muebles heredados de otras personas, sino propios.

A esta etapa de elegir, la llamamos madurez, adultez.

Y así, construimos nuestro mundo; nuestra propia verdad. Nuestro hogar de creencias.

Para ser adultos, maduros emocionalmente, hace falta habitar nuestra propia casa. Nuestro propio mundo. Nuestras propias creencias. Es necesario elegir nosotros mismos nuestros muebles. Entonces las cosas ya no nos pasan porque sí, sino que como adulto/a tomamos nuestras propias decisiones en función de lo que consideramos bueno para nuestra vida

Por eso es TAN importante cuestionar nuestras creencias.

4 PASOS claves PARA CUESTIONAR NUESTRAS CREENCIAS

1- Hacer conscientes nuestras creencias.

¿Cómo? Anotar las leyes que rigen mi vida, me gusten o no.

“Los hombres son todos iguales”

“Nunca vas a triunfar en el trabajo”

“Siempre vas a ser un fracasado”

“Siempre vas a ser la fracasada de la familia”

2- Cuestionarlas

A cada creencia, es necesario transformarla en una pregunta.

¿Todos los hombres son iguales? ¿Todos? Constato con la realidad.

¿Mi hermano, mi primo, mi papá, mi tío, todos hacen eso que yo creo?

3- Elegir cuáles son las creencias que queremos mantener, y cuáles desecharé.

No todas tus creencias deben ser desechadas. Cuestionarlas te permitirá ver con mayor claridad si esa creencia sigue siendo verdad para ti y quieres que siga rigiendo tu vida; o si, por el contrario, es momento de despedirte de ella.

4- Armar tu propio catálogo de creencias.

Una vez que has “limpiado” de tus creencias aquellas que ya no van contigo, pregúntate: ¿Cuáles son las creencias que yo elijo que rijan mi vida? ¿Qué quiero creer de mí? ¿Qué quiero creer del mundo?



Psimosquera

Lee nuestro articulo sobre sostener habitos

Desarrollo personal

HÁBITOS SALUDABLES

 

¿Cuál es la importancia de establecer metas realistas y alcanzables?

La importancia de establecer metas es indudable en cualquier ámbito de nuestra vida. Las metas nos brindan una dirección y nos permiten avanzar hacia donde queremos llegar. Sin embargo, es fundamental que esas metas sean realistas y alcanzables, ya que de lo contrario corremos el riesgo de frustrarnos y perder la motivación.

En este artículo, veremos cómo establecer metas realistas de manera efectiva puede marcar la diferencia en tu bienestar emocional y en tu capacidad para alcanzar tus objetivos. Además, te daremos algunas recomendaciones prácticas para ayudarte a establecer metas de manera efectiva.

¿Por qué es importante establecer metas realistas y alcanzables?

Establecer metas realistas y alcanzables es fundamental para nuestra salud mental y para nuestro bienestar emocional. Algunas de las razones por las que es importante hacerlo son las siguientes:

Evita la frustración y el desánimo

Si nos proponemos metas muy ambiciosas y luego no logramos alcanzarlas, es fácil que nos sintamos frustrados y desanimados. Esto puede llevarnos a abandonar nuestros objetivos y a perder la motivación. Por el contrario, al establecer metas alcanzables, podemos sentirnos satisfechos y recompensados por cada logro que alcancemos.

Ayuda a mantener la motivación

Cuando nos proponemos metas alcanzables, es más fácil mantener la motivación para seguir trabajando en ellas. Si, por el contrario, nos planteamos metas muy ambiciosas que nos resultan muy difíciles de alcanzar, es más probable que nos sintamos abrumados y desanimados.

Favorece el aprendizaje y el crecimiento personal

Al establecer metas realistas y alcanzables, podemos ir superándolas poco a poco y aprendiendo de nuestros errores. Esto nos ayudará a ir creciendo y a mejorar nuestras habilidades y destrezas. Si, por el contrario, nos planteamos metas muy ambiciosas, es más probable que fracasemos y que no aprendamos de nuestros errores.

Cómo establecer metas realistas y alcanzables

Ahora que hemos visto por qué es importante establecer metas realistas y alcanzables, vamos a ver cómo hacerlo de manera efectiva. Algunos pasos que puedes seguir son los siguientes:

Identifica qué es importante para ti

Antes de establecer tus metas, es fundamental que sepas qué es importante para ti. ¿Qué es lo que te importa realmente? ¿Qué es lo que te apasiona y te hace sentir bien contigo mismo? Identificar tus valores y tus intereses te ayudará a establecer metas que realmente te importen y te motiven.

Fija objetivos específicos, medibles y alcanzables

Una vez que sepas qué es importante para ti, es hora de fijar tus objetivos. Asegúrate de que sean específicos, medibles y alcanzables. Por ejemplo, en lugar de decir «quiero ser más saludable», podrías fijar el objetivo de «hacer ejercicio durante 30 minutos, 3 veces por semana durante los próximos 3 meses». De esta manera, sabrás exactamente qué es lo que quieres lograr y cómo medir si lo has conseguido.

Si necesitas ayuda para hacerlo, te recomendamos nuestra mini guía para fijar y cumplir objetivos, en la que cuentas con un paso a paso para crear objetivos SMART.

Establece plazos realistas y sé flexible

Otra clave para establecer metas realistas y alcanzables es establecer plazos realistas. Trata de no apurarte demasiado, ya que es más probable que fracases si te excedes. Al mismo tiempo, sé flexible y no te aferres demasiado a tus plazos. Si las cosas no salen como esperabas, no te desanimes. Ajusta tus plazos y sigue adelante.

Celebra tus logros y aprende de tus fracasos

Es importante que celebres tus logros, ya sean grandes o pequeños. Esto te ayudará a mantener la motivación y a sentirte bien contigo mismo. Al mismo tiempo, no te preocupes demasiado si alguna vez fracasas. Aprende de tus errores y sigue adelante.

Establecer metas realistas y alcanzables es clave para nuestra salud mental y nuestro bienestar emocional. Hemos visto que hacerlo de esta manera nos permite evitar la frustración y el desánimo, mantener la motivación y favorecer el aprendizaje y el crecimiento personal.

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Desarrollo personal

¿En que consiste planificar nuestro proyecto de vida?

El proyecto de vida es un plan personal que podemos pensar y elaborar como una “guía” de nuestro desarrollo integral: aquello que nos permitirá caminar en la dirección correcta para alcanzar nuestras metas y/o aspiraciones a lo largo de nuestra vida. 


No se trata de armar una agenda  o calendario con objetivos a cumplir con días y horarios, sino de identificar aquello que queremos en nuestra vida para luego poder llevar a cabo acciones que nos ayuden a aquello que aspiramos. 

Es importante entender que un proyecto de vida es flexible y fluye como un río.  Tiene la capacidad de adaptarse poco a poco a nuestros diferentes momentos vitales y situaciones particulares, ya que hay mucho de lo que deseamos o anhelamos que no depende directamente de nosotros y forma, sin embargo, parte del transcurso natural de nuestra vida. 

¿En qué consiste planificar nuestro proyecto de vida? 
Si existiera algún manual para planificar nuestro proyecto vida probablemente sería un Best Seller. ¿Qué quiero? ¿Cómo puedo conseguirlo? ¿Me siento capaz de lograrlo? 

Estas son algunas de las preguntas que surgen durante nuestros primeros años de adultez, cuando comienza la ardua tarea de tomar decisiones autónomas. 

Durante nuestra infancia, las figuras adultas a nuestro alrededor (nuestros padres, madres, cuidadores) toman la mayor parte de las decisiones sobre nuestra vida. A medida que crecemos y comenzamos a descubrir el mundo, ganamos libertad y autonomía para tomar decisiones por nosotros mismos. 

Suena romántico… ¿cierto? Pero la realidad es que para muchos puede resultar abrumador al comienzo. En la etapa temprana de nuestra adultez, aparecen interrogantes como: cuál es mi vocación, qué profesión debo seguir, qué es aquello que me apasiona…etc.

¿Cuál es el momento ideal? 
Durante la adolescencia o los primeros años de la adultez es cuando suelen aparecer aquellas preguntas que nos hacen reflexionar sobre el rumbo que queremos tomar en nuestra vida. Sin embargo, el proyecto vital es algo que nunca dejamos de construir. 


Acompaña cada etapa que transitamos, es motor y camino a la vez. Nos ayuda a encontrar sentido en cada acción que realizamos y a proyectarnos en escenarios futuros. 

Pasión, vocación y profesión. 
Entender estos tres conceptos y sus diferencias puede sernos muy útil a la hora de lograr identificar nuestro proyecto vital. Veamos de qué tratan: 

Profesión: Implica un alto nivel de especialización, educación y responsabilidad, y  contribuye de manera significativa a la sociedad en una variedad de campos y disciplinas.
Vocación: Surge de la combinación entre aquello que disfrutas  con lo que es beneficioso para los otros. 
Pasión: Tiene que ver con aquella actividad que nos gusta, nos interesa y que hacemos bien. 
¿Es posible encontrar estas tres áreas en nuestro proyecto vital? 
La respuesta es sí, es posible. Pero no necesariamente las tres deben satisfacerse con la misma actividad. Hay quienes encuentran su pasión en viajar, su profesión en una determinada disciplina como la producción audiovisual y su vocación en el sentido de ayuda hacia los demás. 

Como también, puede que nos encontremos con cada una de ellas en diferentes momentos de nuestra vida, e incluso encontrar más de una (¿Quién dice que no podemos tener más de una pasión?) .

¿Qué lugar ocupan los valores en todo esto? 
Lo cierto es que nuestros valores son la base en la que vamos a construir nuestro proyecto vital. Imagina los cimientos de una casa, si estos son definidos y reforzados correctamente, el resto del trabajo será mucho más sencillo, y por sobre todo se tendrá la seguridad de que aquella casa es un lugar seguro. 

Lo mismo sucede con nuestros valores. Cuando nuestras metas y objetivos están alineados con ellos, nuestras acciones cobran sentido por sí mismas y aprendemos a disfrutar del camino sin pensar en el resultado final. 

Es por eso que es tan importante dedicar parte de nuestro tiempo para trabajar sobre nuestros valores y reflexionar acerca de su concordancia con nuestros objetivos. 

Una pregunta muy poderosa que podemos hacernos cuando nos sentimos perdidos acerca de nuestro proyecto vital es: 

¿Es este objetivo coherente con mis valores? 

No se trata de encontrar respuestas inmediatas, sino de poder responderlas a lo largo del camino, con la confianza de que al final seguimos el camino del corazón.







¿Me preocupó demasiado?

A veces me pregunto si me preocupan las cosas es buena o mala. Si buscas en el diccionario la definición de “preocupar”, la primera acepción es “ocupar antes o anticipadamente de algo”. Esto no es necesariamente malo. A veces anticiparnos a las cosas nos permite estar mejor preparados para afrontarlas. Sin embargo, la RAE también contempla otros significados que incluyen “producir intranquilidad, temor, angustia o inquietud” o “interesar a alguien de modo que le sea difícil admitir o pensar en otras cosas”. Esto ya es distinto, porque si la preocupación me produce angustia y no me deja pensar en otras cosas, ya no parece tan deseable. Quizás haya preocupaciones razonables que nos permitan movilizar estrategias de afrontamiento y otras que sólo producen angustia y emociones negativas. Pero ¿cómo se diferencian unas y otras? En el momento es probable que todas las cosas que nos preocupan nos parezcan iguales de importantes, iguales de probables, iguales de legítimas.
En este post me gustaría compartir algunas claves para diferenciar preocupaciones legítimas de otras que no lo son tanto y también adelantar algunas ideas para hacer frente a la preocupación.
Cómo distinguir las preocupaciones legítimas de otras que no lo son tanto
Como ocurre habitualmente en psicología, no existe una regla absoluta que nos permita realizar esta distinción en todos los casos. Sin embargo, me parecen útiles los criterios proporcionados por Beck (2013). De acuerdo con este autor, la preocupación productiva:
• Se proyecta sobre cosas concretas e inmediatas
• Nos pone en modo acción y nos anima a intentar soluciones.
• Nos permite sentir que podemos ejercer un cierto control sobre ella
• Nos permite tolerar un cierto grado de incertidumbre
• Nos genera un nivel de ansiedad manejable.
Por el contrario, la preocupación patológica:
• Se proyecta sobre problemas abstractos y distantes
• Nos lleva a buscar la certeza absoluta
• Nos obliga a descartar casi todas las posibles soluciones porque “ninguna funcionará”
• No nos pone en modo acción, sino que nos mantiene focalizados en la emoción negativa.
• Nos lleva a visualizar consecuencias terribles
• Nos hace sentir indefensos e ineficaces
• Nos produce un elevado nivel de malestar o ansiedad.
Parece, por tanto, que preocuparme por el examen del día siguiente, puede motivarme a dar ese último empujón en el estudio, sabiendo que si estudio más, lo normal es que saque mejores notas. Y esto lo puedo hacer sabiendo que si suspendido tampoco es el fin del mundo ya que en la próxima ocasión siempre puedo estudiar más. Este patrón me llevará a sentir un cierto nivel de activación o ansiedad, pero serán los “nervios normales” previos a un examen.
Sin embargo, también podría preocuparme por sufrir un accidente cuando salgo a la calle. A fin de cuentas, pasa a menudo porque lo veo en las noticias. Hay muchos tipos de accidentes posibles y cualquiera de ellos podría pasarme a mí. Puedo convencerme de que estos accidentes son imprevisibles y que nada de lo que yo haga va a reducir de manera eficaz su probabilidad. También puedo convencerme de que todos los accidentes tienen consecuencias letales. Si sigo sobre este esquema de pensamiento, puedo llegar a la conclusión de que lo único seguro es no salir de casa.
En estos dos ejemplos podemos ver claramente cuando una preocupación deja de ser productiva o legítima y se convierte en patológica.
Nuestra capacidad de afrontar el riesgo. Podríamos preguntarnos qué haríamos en caso de materializarse el riesgo. ¿Me quedaría yo de manera pasiva sufriendo sus consecuencias? ¿Podría tomar algún tipo de acción para prevenir o mitigar el riesgo? ¿Tengo algún ejemplo de ocasiones, pasadas, en las que he demostrado tener recursos para afrontar riesgos similares?
En el marco de la terapia cognitivo conductual existen numerosas herramientas efectivas para hacer frente a las preocupaciones que interfieren negativamente con nuestra vida, si bien para determinar qué estrategias conviene aplicar en cada caso es necesario un análisis profundo de las circunstancias. No obstante, puede ser interesante comenzar a reflexionar sobre cuanto de legítimas son nuestras preocupaciones y cuanto de realista es la valoración que estamos haciendo del riesgo y de nuestra capacidad de afrontamiento.


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¿Que es un vació emocional?



¿Alguna vez tuviste la sensación de vacío en tu pecho? ¿O llenaste tu closet de ropa nueva, saliste a muchas fiestas, fuiste horas y horas al gimnasio?

¿Qué es un vacío emocional?
Podemos describirlo como una sensación de que hay algo que falta, pero no se sabe qué. La persona que lo experimenta suele sentir angustia, falta de motivación por las tareas diarias, aburrimiento y desinterés. 
Sentir este vacío es más frecuente de lo que parece y en general, intentamos llenarlo rápidamente sin detenernos a reflexionar acerca de por qué nos sentimos como nos sentimos. 
El problema está en que no importa de qué manera intentemos hacerlo, el vacío nunca parece llenarse. Nunca serán suficientes salidas, ni suficiente ropa, ni comida, ni horas con el celular.  

Hemos aprendido a hacerlo, el malestar parece no tener lugar en la sociedad. Es como si tuviésemos que evitarlo a toda costa. Sin embargo muchas veces ahí está. Es frecuente para alguien que está atravesando por estas situaciones pensar: “algo debe estar mal en mi”. 
Es por eso que buscamos llenar ese vacío, no frenamos a preguntarnos qué viene a decirnos. 
¿Cuáles son las posibles causas?
Si hablamos de causas, podemos pensar en infinitas posibilidades. Cada persona tiene su propia historia, solo conociéndola podríamos entender mejor ese vacío. Sin embargo, existen algunos puntos en común que suelen compartir quienes lo transitan: 

Insatisfacción: Se tiene la sensación de no estar viviendo la vida de la manera en la que se debería; nada sucede como debería. Aparecen sentimientos relacionados a la frustración por no lograr aquello que se desea. 
Dependencia emocional: es frecuente que se piense que sin alguien más, la persona carece de valor propio. Los momentos de soledad suelen estar acompañados de angustia y desesperación. 

Dificultad para conectar consigo mism@: La ausencia de autoconocimiento y el bloqueo emocional pueden impedir que la persona identifique aquello que necesita para su vida. 
¿Cómo se ve en concreto el vacío emocional? 
Sentirlo viene de la mano con una constante búsqueda por encontrar algo que pueda ocupar el lugar de aquello que falta. Hay quienes llenan su agenda de trabajo, tareas y actividades. Todo para impedir ese sentimiento de vacío que al final del día, aparece. 

Otros, pueden aislarse y encerrarse en sí mismos debido a que no logran disfrutar compartir tiempo con los demás, o realizar actividades que tiempo atrás causaban placer. La tristeza se vuelve parte de la cotidianidad de la persona y hace que todo cueste más. 

Sea como sea que se presente, experimentarlo es agobiante y cansador. Sobre todo si no contamos con la contención y los recursos necesarios durante estos momentos. 

¿Cómo puedo llenar/superar el vacío emocional? 
Si intentamos llenar nuestro vacío sin entender qué viene a decirnos es probable que  fallemos el 99% de las veces. Se trata de un llamado de atención: hay algo que habla en nosotros y que debe ser escuchado. 
Aquí van algunas ideas de lo que puedes hacer para comenzar a trabajar en ti.
Intenta conectar con tu emocionalidad: 
Conectar con nuestras emociones no siempre es placentero. A veces el miedo, la tristeza o la frustración pueden parecer demasiado difíciles de sobrellevar y la mejor opción parece ser evitarlas. 

Permítete conectar con aquello que duele, abraza tu emocionalidad y dale lugar. Pregúntate: ¿De dónde viene este sentimiento? ¿Qué puedo identificar de aquello que me falta? Conectar con el vacío implica no intentar llenarlo inmediatamente, sino comenzar a escuchar nuestra voz interior. En nuestro artículo sobre la importancia de conectar con nuestras emociones puedes encontrar mayor información sobre este tema. 
Habla acerca de cómo te sientes: 
Todo es más sencillo cuando nos sentimos acompañados. El proceso de superar la sensación de vacío conlleva tiempo y trabajo personal, por lo que contar con alguien de confianza para hablar acerca de cómo nos sentimos puede hacerlo más llevadero. 

El espacio de psicoterapia es un gran lugar para hablar sobre lo que sientes y buscar ayuda. Allí podrás encontrar herramientas para transitar tu proceso personal y dedicarte un momento especial para cuidar de ti mismo. 

Si estás en búsqueda de comenzar psicoterapia, en nuestra asesoría online contamos con la experiencia y disponibilidad para acompañarte.
Comienza a identificar qué es valioso para ti:
 
Cuando le dedicamos nuestro tiempo a aquello que es valioso para nosotros encontramos sentido en nuestras acciones. Dedicar momentos de tu día a realizar alguna actividad que para tí tenga valor, (como por ejemplo leer tu libro favorito o llamar a un ser querido) te ayudará a transitar este proceso conectándote con tu interior.
 Si aún no has identificado qué es aquello que valoras, puede ser muy útil tomarte un momento para ti y escribir una lista con 5 valores que consideres importantes en tu vida (por ejemplo, el amor, la amistad, etc…)
Experimentar un vacío emocional puede ser agotador y realmente difícil de llevar. Sin embargo, intentar llenarlo o evitarlo sin comprenderlo, solo hará que esté cada vez más presente en nuestra vida.
Aprender a escuchar el mensaje que tiene para contarnos requiere enfrentarnos al dolor, a la pérdida, a la falta. Es un proceso, y como tal requiere tiempo. Aceptarlo nos permitirá buscar ayuda y herramientas que nos ayuden a sobrellevarlo de la mejor manera posible.

 

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Hola, soy Nereida Mosquera, estoy feliz de darte la bienvenida a este espacio personal e informativo, quiero compartir contigo información, ...