EMOCIONES SALUD INTEGRAL


Emociones

Salud Integral
Cómo lidiar con nuestras emociones en temporadas de cambio.

Durante cambios significativos en nuestra vida, podemos atravesar montañas rusas emocionales. ¿Hay algo que podamos hacer?



Mudanzas, separaciones, pérdidas de seres queridos, cambios de rutinas o trabajos, enfermedades… Enfrentarnos a etapas de cambios, con cierres y nuevos comienzos, puede ser un desafío muy grande. 

Es encontrarnos con escenarios desconocidos, que nos pueden generar un sinfín de emociones. Tantas que puede resultar abrumador.

Pero ¡calma! Porque no todo es negativo. 

Estos períodos de tanto movimiento también pueden significar una oportunidad para crecer y transformarnos, porque nos invitan a explorar nuestro interior y generar nuevos recursos a partir de ese autoconocimiento. 

Veamos algunas estrategias que pueden servirnos para aprovechar estos procesos y atravesar las montañas rusas emocionales con la mayor calma posible.

Reconoce y valida tus emociones
Es normal sentir muchas emociones al mismo tiempo, incluso contradictorias: desde la incertidumbre hasta la alegría, pasando por la tristeza y el miedo. 

Y aunque a veces queramos evitarlas, verlas como nuestras aliadas y grandes maestras, permitirnos sentirlas y ser atravesados por cada una de ellas es un valioso aprendizaje.

Debemos recordar que toda emoción tiene un mensaje o una lección para darnos. 

Si frenamos a reflexionar sobre lo que estamos sintiendo y las razones que hay detrás de cada emoción que experimentamos, podremos tener una perspectiva mucho más clara, que nos permitirá no actuar de manera impulsiva.

Establece una red de apoyo:
Compartir nuestras emociones con otras personas puede aliviar mucho nuestra carga, y proporcionarnos perspectivas diferentes para abordar los desafíos.

Podemos recurrir a un profesional de la salud mental siempre que lo necesitemos.

Aprovecha esta oportunidad para conocerte:
Podemos usar este tiempo de cambio y movimiento para preguntarnos sobre nuestras metas, valores y deseos. Preguntarnos qué aspectos de nuestra vida queremos mejorar, con cuáles estamos conformes y qué cambios queremos hacer nos permitirá conectar con nosotros mismos. De esta manera, al conocer más quiénes somos podremos tomar decisiones más auténticas y alineadas con nuestro ser actual.

Enfócate en las oportunidades de aprendizaje:
Mantener una actitud siempre positiva puede resultar agotador y hasta imposible. Pero puede ser muy valioso preguntarnos qué lecciones podemos extraer de una situación y cómo podemos utilizarla para convertirnos en una versión más fuerte y resiliente de nosotros mismos.

Puede servir recordarnos que hemos superado adversidades antes para enfocarnos en nuestras fortalezas y enfrentar los desafíos con mayor confianza.

Celebra tu progreso:
En temporadas de cambios y en medio de torbellinos emocionales, reconocer cada pequeño logro y avance que hacemos puede ayudar a sentirnos motivados y recordarnos que somos capaces de superar cualquier obstáculo que se presente en nuestro camino.

Practica el cuidado personal:
Es importante no olvidarnos de nosotros mismos y tomarnos un tiempo para el autocuidado, aún en medio de transiciones o momentos de cierre de ciclos. Generar hábitos saludables como hacer ejercicio regularmente, mantener una alimentación balanceada, dormir lo suficiente y dedicar tiempo a actividades que nos gusten puede ser de gran ayuda.

Reflexiona antes de actuar:
En medio de la incertidumbre, podemos caer en extremos emocionales, desde el pesimismo hasta un exceso de entusiasmo. Es importante tomarse el tiempo necesario para buscar un equilibrio: reflexionar antes de tomar decisiones importantes en vez de reaccionar impulsivamente.

Aprender algunas técnicas de manejo del estrés como la meditación, el yoga o el ejercicio regular pueden ayudarnos a mantener la calma y la claridad mental.


Practica la autocompasión:
Solemos ser muy duros con nosotros mismos a la hora de adaptarnos a nuevos escenarios, exigiéndonos una adaptación y asimilación automática, como si nada hubiera pasado. Pero no es tan simple. Es crucial tratarnos con amabilidad y comprensión, perdonarnos por los errores que vamos cometiendo y recordarnos constantemente que estamos haciendo 

lo mejor que podemos en medio de un desafío.

Acepta la incertidumbre:
Todo cambio lleva consigo un momento de gran incertidumbre, porque lo que conocíamos ya no está, y es normal que esto nos genere ansiedad. Pero debemos amigarnos con la idea de que es imposible controlar todos los aspectos de una situación; no todo depende de nosotros. Aceptarlo nos quita presión y nos permite fluir con los cambios de manera más tranquila.

Aprende a dejar ir:
Aunque pueda ser doloroso, el proceso de soltar y liberarnos de aquello que ya no nos hace bien, nos allana el camino hacia nuevas oportunidades y experiencias. 

Es necesario aceptar que todo cambio implica renuncias, porque es imposible tenerlo todo; pero a su vez renunciar es la única manera de abrir puertas a nuevas posibilidades.

“Ningún mar en calma hizo experto a un marinero”.

Por lo tanto, en lugar de temer el cambio, podemos abrazarlo como una oportunidad para evolucionar y descubrir nuevas facetas de nosotros mismos. Esto nos permitirá alcanzar una versión más auténtica y plena, con una mayor fortaleza para enfrentar cualquier cambio que la vida nos depare de aquí en adelante.


La vulnerabilidad! Camino hacia una vida sin vergüenza


La vulnerabilidad como camino hacia una vida sin vergüenza.

Todas las personas experimentamos vergüenza en algún momento de nuestras vidas. Es decir, nos sentimos expuestas, juzgadas, inadecuadas ante la mirada de los demás.


¿Por qué sentimos vergüenza?
Como toda emoción, la vergüenza tiene una razón para existir, una función. 

Esta emoción nos ayuda desde que somos pequeños a regular nuestras conductas e internalizar ciertas reglas sociales: nos dice que no cualquier cosa está permitida.

Viéndola desde esta perspectiva, puede ser una herramienta sumamente valiosa que nos ayuda a reflexionar y controlar nuestras acciones para ser personas más empáticas.

Pero cuando no se encuentra en una dimensión equilibrada puede ser un arma de doble filo. 

Aunque resulta beneficiosa en ciertas situaciones, también puede volverse dañina para nuestra salud mental. Puede pasar de ser un recurso a una gran barrera para nuestro bienestar o crecimiento.

Mirando las señales: cuándo la vergüenza se vuelve peligrosa
En pocas palabras, la vergüenza se convierte en una emoción peligrosa e inconveniente cuando es excesiva: cuando pasa a ser una voz dominante que nos hace sentir constantemente inadecuados y dudar de lo que valemos.

¿Alguna vez has dejado de ser auténtico por temor a resultar avergonzado? ¿Te paralizaste a causa de esta emoción? 

No todo son malas noticias. La vergüenza excesiva y paralizante no tiene por qué ser una carga perpetua. Es importante reconocer cuándo se ha vuelto perjudicial para buscar maneras de abordarla. Veamos algunas.


Cómo abordar y superar la vergüenza excesiva
Cambiar la perspectiva de la vergüenza
En lugar de verla como una debilidad o un defecto, podemos considerarla como una oportunidad para crecer y aprender. Si reformulamos nuestra relación con esta emoción, podemos entender que solo nos está hablando de nuestras creencias sobre nosotros mismos y nuestra percepción de cómo nos ven los demás, y esto puede ser transformado.

Abrazar la vulnerabilidad: el camino hacia la sanación
Este punto puede sonar paradójico, porque en la sociedad actual a menudo asociamos la vulnerabilidad con la debilidad. Se nos dice que debemos ser siempre fuertes, “aguantar”.

Sin embargo, abrazar nuestra vulnerabilidad puede ser una gran fuente de fuerza y crecimiento personal, y puede puede ser la clave para vivir una vida más auténtica.

Ser vulnerables implica ser honestos con nosotros mismos y con los demás, mostrarnos tal y cual somos, abrirnos a nuestras emociones y experiencias sin miedo a ser juzgados o rechazados… Casi una antítesis de la vergüenza.

Aceptar nuestra humanidad y practicar la autocompasión 
Si queremos dar lugar a la vulnerabilidad, lo primero es tratarnos con más amabilidad.

Reconocer que somos seres humanos imperfectos, llenos de fortalezas y debilidades, y que podemos abrazar ambas con igual aprecio es un paso ineludible.

La autocompasión nos invita a tratarnos a nosotros mismos con la misma comprensión que ofreceríamos a un ser querido.

Cuando aprendemos a enfrentar a ese crítico interno tan duro que nos dice que nunca somos suficiente, y empezamos a cuestionar su validez, nos liberamos de la hiperexigencia y podemos comenzar a quitarnos el peso de la vergüenza. 

Compartir nuestra historia y construir relaciones más auténticas
Es crucial atrevernos a mostrarnos vulnerables frente al resto, con nuestras verdaderas emociones y experiencias, sin necesidad de esconder nuestras imperfecciones.

Solo así nos liberamos de la necesidad de encajar en moldes preestablecidos y podemos cultivar vínculos más profundos y genuinos.

Compartir nuestras historias y luchas con los demás puede ser una forma poderosa de liberarnos de la vergüenza ya que no solo nos liberamos de nuestra carga emocional, sino que también inspiramos a otros a hacer lo mismo, y el apoyo que recibimos nos recuerda que no estamos solos en este viaje.

Crear espacios de confianza y empatía nos permite sentirnos aceptados y comprendidos, y nos empodera para enfrentar los desafíos de la vida con mayor resiliencia.

Entonces, en lugar de temer y evitar la vulnerabilidad, podemos aprender a verla como una vía de sanación: un camino que transforma nuestra relación con la vergüenza y nos libera de su pesada carga, desarmando la cadena que nos paralizaba.

Mostrarnos vulnerables no nos hace débiles, sino todo lo contrario. Nos empodera para enfrentar nuestros desafíos emocionales y crecer a través de ellos. Es la llave hacia una vida más auténtica, donde brillamos con luz propia, sin tanto miedo al juicio, orgullosos de lo que somos en su totalidad.




Inteligencia Emocional La resiliencia: nuestra aliada en tiempos de crisis.




Inteligencia Emocional
La resiliencia: nuestra aliada en tiempos de crisis.

Ser resilientes es una de las mejores habilidades que tenemos los seres humanos. ¿Por qué?

Muchas veces la vida nos pone a prueba. Nos desafía planteándonos situaciones que superan nuestras capacidades: una enfermedad difícil, una ruptura de pareja dolorosa, la muerte de alguien a quien amamos, el fracaso de un sueño largamente anhelado, problemas económicos, o incluso una pandemia…

Frente a circunstancias que pueden llevarnos al límite y hacer que nos cuestionemos si tenemos la fuerza y la voluntad que se requiere para seguir adelante, siempre hay dos opciones: dejarnos vencer y sentir que hemos fracasado, o sobreponernos y salir fortalecid@s… Es decir, apostar por la resiliencia.

¿Qué es la resiliencia y por qué es una habilidad tan valiosa?
La resiliencia es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Los seres humanos, con esta capacidad de actuar resilientemente, contamos con estrategias que pueden ayudarnos a pensar y sentir diferente en medio de situaciones difíciles, y cambiar la forma en que las atravesamos. 

Veamos las 4 estrategias más poderosas de la resiliencia:

1. Aceptar que el dolor es parte de la vida.
Las personas resilientes saben que el dolor existe, está, y nos puede suceder a tod@s. 

Sufrir es parte de la experiencia humana. En lugar de preguntarnos “¿Por qué a mí?” , al comprender que el dolor es parte de la vida y aceptarlo, tenemos una nueva perspectiva acerca del dolor.

2. Elegir cuidadosamente dónde poner la atención.
Las personas resilientes tienen el hábito de evaluar las situaciones de manera neutral, centrándose en que hay cosas que pueden cambiar y tomando acción en ellas por un lado; y aceptando que hay otras cosas que no se pueden modificar, y que solo debemos aceptar.

La resiliencia nos permite acompañar la aceptación de atención y foco en aquello que (aun en medio de lo desagradable o terrible de una situación) resulta positivo para nuestro aprendizaje.

3. Hacer un esfuerzo por notar lo bueno.
La vida es un ying yang. Dentro de lo bello hay dolor, y dentro de lo doloroso hay aprendizajes.

Las personas resilientes son aquellas que hacen un esfuerzo consciente, deliberado y voluntario por encontrar “lo bueno” dentro de aquellas situaciones desagradables, sin dejar de aceptar lo malo. Buscan intencionalmente conectar con aquello que sí es bueno y agradable en sus vidas.


4. Hacer la pregunta poderosa.
Frente a cualquier situación que genere alguna emoción intensa, las personas resilientes se preguntan: “Lo que estoy haciendo / pensando, ¿Me hace bien, me nutre? ¿O me daña y lastima?

Si la respuesta es “Me hace bien”, continúan en esa dirección. Si la respuesta es “Me daña”, la decisión resiliente es tomar distancia. 

“Nunca sabés lo fuerte que sos hasta que ser fuerte es tu única opción.”

Bob Marley.




¿Como olvidar a alguien, que ya no me quiere?



¿Cómo olvidar a alguien, que ya no me quiere?


El amor no correspondido duele, y mucho.

Superar a esa persona que ya no comparte nuestros sentimientos puede parecer algo inalcanzable, una luz inexistente al final del túnel. Pero con el tiempo y el cuidado necesario, es posible liberarse del dolor y sanar el corazón roto.
A continuación te presentamos algunas estrategias para dejar ir a esa persona que ya no nos quieren y sanar.
Aceptar la realidad
El primer paso es reconocer que la relación como la conocíamos ha terminado y que esa persona ya no siente lo mismo.
Asumirlo y aceptar el cambio como una parte natural de la vida nos permitirá sacarle peso a la situación, aunque al principio parezca imposible.
Permitirnos sentir nuestras emociones
Es normal sentir dolor, tristeza y confusión cuando una relación termina. Atravesar estas emociones en lugar de negar el dolor es esencial para el proceso de sanación.
Es probable que necesites (sí, necesites) llorar, gritar o expresar tus emociones displacenteras. ¡No las escondas!
Establecer límites claros o contacto cero
Es crucial protegerse y alejarse de situaciones que puedan prolongar el sufrimiento, como mantener una amistad cercana o compartir ciertos espacios con esa persona.
Si el contexto lo permite, es recomendable el contacto cero, es decir, cortar todo tipo de vínculo hasta que ambas partes hayan atravesado su propio proceso.
Si esto no es posible, busca reducir las comunicaciones a aquellas estrictamente necesarias.
No bucear en recuerdos o indagar sobre su vida personal actual
No podrás dejar esa relación atrás si tienes tu vida repleta de objetos e imágenes que son recordatorios ambulantes de lo que fue y ya no es. Es importante despejar el espacio propio de objetos y recuerdos que conecten con esa persona y evitar mirar sus redes sociales o buscar información sobre su vida, ya que esto solo prolongará el proceso de dejar ir. Si no tienes la fortaleza para hacerlo por tu cuenta, ¡pide ayuda a un buen amigo o amiga en quien confíes!
Rodearse de apoyo
Buscar la contención de personas que puedan escucharte y acompañarte durante este proceso de sanación te ayudará a sobrellevar esta temporada difícil. Compartir nuestros sentimientos nos ayuda a sentir comprensión, apoyo y caminar más livianos.
Encontrar nuevos intereses
Involúcrate en actividades que te gusten o descubre nuevos hobbies.
Redirigir nuestra energía hacia nuevas experiencias y relaciones nos ayudará a construir una identidad fuera de la relación anterior. Aprovechar este momento para redescubrir nuestros intereses y metas puede permitirnos crecer como personas y darnos una nueva perspectiva sobre la vida.
Practicar el autocuidado y la autocompasión
Cuidar de nuestro bienestar físico y emocional (comer bien, hacer ejercicio y asegurarse de dormir lo suficiente) para mantener la salud en las mejores condiciones posibles es parte vital del proceso de duelo.
Es posible que durante este proceso atravesemos muchos altibajos emocionales, por lo que no debemos olvidar ser amables con nosotros mismos y tratarnos con la misma compasión que brindaríamos a otra persona pasando por una situación similar.
Enfocarse en el presente
En el presente NO sería mejor estar en un vínculo con alguien que ya no quiere estarlo, por más que nos cueste verlo.
Dejar de vivir en el pasado, elegir vivir ahora y priorizarnos nos ayudará a construir un futuro más alineado con quienes somos y deseamos ser.
Evitar buscar culpables
El amor no correspondido no tiene culpables. No siempre los sentimientos son mutuos y suceden al mismo tiempo, pero no por eso dejamos de merecer ser queridos y respetados por nosotros mismos y por tantas otras personas.
Buscar ayuda profesional
Buscar apoyo de un/a psicoterapeuta al terminar una relación es esencial para manejar las emociones intensas que surgen. Esto nos permite contar con un espacio seguro para comprender nuestras emociones, aprender a lidiar con el duelo y mejorar la autoestima. También ayuda a identificar patrones en relaciones pasadas para crecer emocionalmente y encarar el futuro con mayor fortaleza.
Aprender a dejar ir a alguien que ya no nos quiere es un desafío inmenso. Pero no debemos olvidar que el cambio es parte de la vida, y que los duelos nos permiten movernos, desarrollarnos, crecer.
Solo cerrando ciclos podemos dar lugar a lo nuevo: nuevos proyectos, nuevos vínculos, nuevas rutinas. Que NO van a reemplazar a lo anterior, porque no se trata de olvidar e intercambiar una pieza por otra. Se trata de entender que, como ya lo dijo Drexler, «nada se pierde, todo se transforma».







LLORÓ Y NO SE EL MOTIVO


A veces, podemos sentir la necesidad de llorar sin una razón aparente, pero esto no significa que no haya una explicación detrás de ello.
A menudo, estas emociones pueden ser señales de problemas que quizás no hayamos detectado aún. Incluso los episodios más inesperados de llanto pueden tener un origen subyacente.

El dolor y las emociones displacenteras no siempre siguen patrones predecibles, por lo que las razones detrás de nuestras lágrimas pueden variar ampliamente.

¿Cuál es la explicación detrás de sentir la necesidad de llorar sin una causa aparente?
Aquí tienes 5 de las causas más comunes, si te identificas con alguna de ellas es probable que necesites un terapeuta que te ayude a solucionarlo.

Ansiedad: 

La ansiedad es otro trastorno que puede hacer que las personas empiecen a ‘llorar sin motivo’. Entre los síntomas relacionados a llorar por ansiedad, las personas pueden sentirse abrumadas, nerviosas y percibir que son incapaces de controlar sus miedos alrededor de diferentes preocupaciones.

Depresión: 

Otro de los motivos por los que puede surgir estas ganas de llorar puede ser un trastorno depresivo. La depresión es uno de los trastornos del estado de ánimo más común y uno de sus síntomas más característicos es experimentar tristeza ‘sin motivo’, así como un sentimiento de vacío o desesperanza constante.

Síndrome premenstrual:

 Llorar mucho y sin motivo también puede estar relacionado con el síndrome premenstrual que sufren las mujeres. Este síndrome consiste en una serie de síntomas que se experimentan una o dos semanas antes de que empiece el ciclo menstrual. Algunas de las señales de sufrir de ello son los dolores de cabeza, la hinchazón y los episodios de llorar ‘sin motivo’.

Duelo: 

Las ganas de llorar constantes también pueden estar relacionadas con el duelo de un familiar o una relación que ha terminado. A veces, las personas podemos suponer que como alguien murió o nuestro vínculo con esa persona hace más de un año que no existe ya lo hemos superado. La realidad es que muchas personas pueden aprender a aceptar esta pérdida a pesar de que aún les afecta.

Burnout o estrés:

 A veces no somos conscientes de la cantidad de estrés que estamos sintiendo. En estos casos las ganas de llorar ‘sin motivo’ surgen precisamente porque a pesar de que no racionalizamos este estrés, sí que lo estamos sintiendo. Estar triste sin motivo o las ganas de llorar pueden surgir como un método que tiene nuestro cuerpo para liberar toda esta cantidad de estrés acumulado.

Si últimamente estás experimentando ganas de llorar constantes, es probable que detrás de la razón de estos sentimientos estén las que hemos nombrado. En el caso que estés empezando a llorar mucho, es importante que consultes con un profesional de la salud mental para averiguar el motivo y qué hacer al respecto.

3 posibles soluciones para dejar de llorar de repente
En el caso que hayas detectado la razón detrás de tus ganas de llorar, lo principal es atacar al problema que crea estos sentimientos negativos. Además, también puedes usar los siguientes mecanismos de afrontamiento:

Hablar con alguien: 

Contar a una persona de confianza tus sentimientos y emociones puede ayudarte a lidiar mejor con tus ganas de llorar.


RECURSOS

Bienvenidos

Hola, soy Nereida Mosquera, estoy feliz de darte la bienvenida a este espacio personal e informativo, quiero compartir contigo información, ...